Ojalá Zapatero gane por goleada en 2012. Martí Saballs.

Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, dijo en las últimas jornadas del Círculo de Economía: "La crisis de Grecia nos ha venido bien. Ha sido una especie de vacuna. Si no hubiera habido crisis griega, dentro de dos años hubiésemos llegado a una situación insostenible." Esta última semana todos hemos jugado al que hubiera ocurrido si. Una fórmula atrevida, pero también engañosa, para intentar justificar o criticar decisiones políticas y económicas. Sólo el paso del tiempo es capaz de calificar de desgraciadamente equivocadas algunas decisiones, que en su momento fueron aplaudidas con las orejas.

En las mismas conferencias del Círculo, el economista francés Daniel Cohen resumió qué ocurrió a comienzos de los años treinta. Estados Unidos dejó que colapsara el sistema bancario, se intensificaron las medidas proteccionistas y el déficit público se mantuvo a raya. El ejemplo cundió. Tras la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, los estados empezaron a salvar sus sistemas financieros, inyectando liquidez e impidiendo que ningún banco más cayera; también evitaron, salvo medidas simbólicas cara a la galería en sectores muy concretos, aumentar tarifas e incrementar aranceles; finalmente, decidieron estimular sus economías fiscalmente, convencidos de que el aumento del déficit y de la deuda que financiaba la salida del agujero ya se solucionaría más adelante. Afortunadamente, hay otras diferencias políticas e ideológicas de sobra conocidas y mucho más radicales respecto a la década de los treinta, que imposibilitan cualquier otra comparación.


Con estas llegó el caso griego. Mientras Estados Unidos empezaba a crecer por encima del 3%; mientras Europa daba signos de discreta vitalidad y los grandes países emergentes tiraban de la economía mundial y del precio de las materias primas, explota el sureste del viejo Continente. El nuevo Gobierno socialdemócrata de Grecia hereda de sus antecesores, llamados conservadores, un país que vivía engañado y mentía al resto de sus colegas de club. Estalla el polvorín antes de tiempo y obliga a los países que no habían hecho los deberes y seguían viviendo en Babia, a trabajar en serio.
Ojalá el señor Oliu tenga razón y esta crisis de primavera sea lo mejor que nos podría haber pasado. Que las vacunas que aparentemente se están inyectando sirvan y que el mundo ¿aunque los acontecimientos en Oriente Próximo y la península de Corea no ayudan¿ esté recuperando una estable senda de crecimiento, con bajos tipos de interés y resultados empresariales al alza en 2013 y 2014.

Ojalá José Luis Rodríguez Zapatero gane por goleada en las elecciones generales de 2012 en España. Esto significaría que todos los mensajes negativos ¿incluyendo el mío, por cierto¿ de las últimas semanas sobre las perspectivas del actual gobierno son erróneas. Significaría que el decreto ley aprobado in extremis gracias al "sentido de Estado" de CiU convencerá a los mercados y a los inversores a medio y largo plazo. Significaría que la reforma laboral se ejecutará velozmente y será aplaudida por todos. Significaría que las Administraciones Públicas seguirán reduciendo grasa a todos los niveles. Significaría que Zapatero aprovecharía el comienzo del fin del túnel para dejar los ministerios claves del Gobierno en manos de personas de contrastada experiencia y prestigio internacional que aceptarían su oferta como una forma de servir al país. Si Zapatero gana en 2012 querría decir que en el próximo año y medio se habrá empezado a crear empleo rápidamente y que la tasa de paro bajará del 15% frente al 20% actual. España volvería a ser fuente de recepción de inversiones extranjeras y la tasa de emprendedores aumentaría gracias a facilidades fiscales y administrativas.

Si alguien cree que España se encamina tras esta primavera griega a un escenario como el que acabo de plantear, bienvenido sea. Sin embargo, a mi pesar, mantengo mi escepticismo sobre el rumbo del país, creo que estamos padeciendo la última fase de la agonía del actual Gobierno y una recuperación sana y constante no ocurrirá hasta dentro de muchos años, con líderes nuevos y un talante muy distinto.

*Martí Saballs, Subdirector del diario "Expansión".

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