CAMERON, UN DIEZ; OBAMA, DE VERGÜENZA AJENA. Luís María Ansón.

Sin despliegues de seguridad, sin alardear de escoltas, sin parafernalia alguna, el Primer Ministro británico, David Cameron, pasa sus vacaciones en un pueblo español, integrándose en la vida vecinal. Juega a las cartas, visita los bares, conversa con los vecinos, se comporta de forma espontánea con naturalidad y sin alardes. Es el jefe de Gobierno de una Monarquía que rigió el mayor imperio de la historia del mundo y que hoy es modelo de democracia y modernidad con respeto a las viejas tradiciones y al protocolo. Un diez, en fin, para David Cameron.

La presencia en España del Primer Ministro británico, que ostenta la representación democrática del Reino Unido, contrasta con el alarde de nueva rica de la esposa del presidente de los Estados Unidos. Al peor estilo de un reyezuelo-dictador de Oriente Medio, la señora Obama se ha desplazado a España con el alarde de cerca de dos centenares de escoltas, una caravana interminable de coches, amén de reservarse para estar cómoda medio centenar de habitaciones de uno de los hoteles más caros del mundo. 


De vergüenza ajena. En plena crisis, zarandeado el mundo por los errores económicos del capitalismo norteamericano, la esposa del presidente Obama se recrea en el más insultante despilfarro. Y eso sin hablar de la ofensa que supone para España no acogerse a los servicios de seguridad de nuestra nación, que han demostrado su eficacia en las más altas reuniones internacionales. La señora Obama nos ha tratado como si fuéramos una colonia del Imperio. El César permanece en Washington y ella se enseñorea en territorio español.

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