Zerolo, Trini y Zapatero. Paco Reyero.


Está apretando el calor. Y a los socialistas, anfibios, madrileños o federales, la temperatura les ha excitado la verborrea y el mal ánimo, abriendo una verbena de filfas, con verbeneros multicolores y así:
-El presidente: Simultáneamente aparta a Tomás y lanza a Trini. Luego dice que a Trini no la conoce o que la conoce de vista, apenas de lejos. Aprovecha la audiencia con el Rey para declararse neutral (¿neutral, en qué? ¿acaso es un asunto de Estado?). Uno de sus versículos: «La contienda es constructiva». La propaganda según Zapatero: «Las guerras internas que yo provoco son necesarias y constructivas».
-Trini: Se abre paso a melenazos (Martín Prieto). Confiesa que conoce a Zapatero, pero el presidente, dice, «jamás pide (¿?) ni impone(¿?) nada». Así va el país. Atendiendo a su narración de los hechos, habría decidido, por si sola, buscar una ocupación para completar su agenda como ministra. Entretenida en bailar este tango con Tomás, recién salido de «Amar en tiempos revueltos», ya no se acuerda de la próxima prohibición total del tabaco. Si le da tiempo, antes de dormir, revisará el pacto por la sanidad: el que advierte sobre la extinción de nuestros sistema universal y gratuito en 20 años.
-Zerolo: «Trini -ha dicho- tiene un proyecto ilusionante para Madrid y los madrileños». Defina proyecto, defina Madrid, defina madrileños.
Pedro nunca defrauda. Zapatero, a su nivel, tampoco.

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