Herederos de los héroes de Baler.

Os confieso que tenía en mente escribir un nuevo post de la serie "retazos de historia" de este blog con los héroes de Baler como protagonistas, quizás la hazaña bélica más gloriosa realizada por españolitos a lo largo de nuestra historia... pero el último escrito de Pérez Reverte me ha conmovido e, incluso, me ha hecho recordar a D. Saturnino Martín Cerezo y sus muchachos. La historia de Pérez Reverte, verídica ( con nombres y apellidos), tiene ciertas afinidades con la de los héroes del pequeño pueblo filipino. Me alegra comprobar que aún queda la simiente de aquellos que tanta gloria nos dieron a tantos... y que, como perfectos analfabetos y desagradecidos, la mayoría desconocemos.


Sin más os la cuelgo para que disfrutéis leyéndola... esta semana también colgaré, escrita por mí, la de los héroes de Baler. No todo va a ser sufrir las desvergüenzas y andanzas de nuestra casta política que nada ha heredado de unos y otros; los de Baler y estos increíbles guardias civiles de Afganistán.
Una Historia de guerra. Arturo Pérez Reverte.
Alguien escribió en cierta ocasión que si una historia de guerra parece moral, no debe creerse. Y alguna vez lo repetí yo mismo. Pero eso no es del todo verdad. O no siempre. Como todas las cosas en la vida, la moralidad de una historia depende siempre de los hombres que la protagonizan, y de quienes la cuentan. Ésta de hoy es una historia de guerra, y quiero contársela a ustedes tal como algunos amigos míos me han pedido que lo haga. La moralidad la aportan ellos. Yo me limito a ponerle letras, puntos y comas.



Base de Mazar Sharif, Afganistán. Cinco guardias civiles, de comandante a sargento, perdidos en el pudridero del mundo, formando a la policía afgana. Cinco guardias de veintidós llegados hace cinco meses y medio, desperdigados por una geografía hostil y cruel, en misión de alto riesgo, en una guerra a la que en España ningún Gobierno llamó guerra hasta hace cuatro días. Los cinco de Mazar Sharif, como el resto, eran gente acuchillada, porque lo da el oficio. Sabían desde el principio que a la Guardia Civil nunca se la llama para nada bueno. Y menos en Afganistán. Si lo que iban a hacer allí fuera fácil, seguro, cómodo o bien pagado, otros habrían ido en vez de ellos. Aun así, lo hicieron lo mejor que podían. Que era mucho. Atrincherados en una base con americanos, franceses, holandeses y polacos, vivían con el dedo en el gatillo, como en los antiguos fuertes de territorio indio. Igual que en los relatos de Kipling, pero sin romanticismo imperial ninguno. Sólo frío, calor, insolaciones, sueño, enfermedades, soledad. Peligro. Los únicos cinco españoles de la base, de la provincia y de todo el norte de Afganistán.

Ellos y sus compañeros habían llegado a la misión tarde y mal, aunque ésa es otra historia. Que la cuenten quienes deben contarla. Aun así, con la resignada disciplina casi suicida que caracteriza al guardia civil, se pusieron al tajo. Como era de esperar, no encontraron la mesa puesta. Quien estuvo por esos mundos con militares norteamericanos, holandeses y franceses, sabe de qué van las cosas. Sobre todo con los norteamericanos, que tienen a Dios sentado en el hombro como los piratas llevan el loro. Para hacerse un hueco entre sus aliados, distantes y despectivos al principio, no hubo otra que la vieja receta de Picolandia: aprender rápido, trabajar más que nadie, no quejarse nunca y ser voluntarios para todo. Y por supuesto, tragar mierda hasta reventar. Y así, a base de orgullo y de constancia, poco a poco, los cinco hombres perdidos en Mazar Sharif se hicieron respetar.

Un triste día se enteraron de la muerte de sus dos compañeros en Qualinao. De la pérdida de dos guardias civiles de aquellos veintidós que llegaron hace medio año, y de su intérprete. Y pensaron que el mejor homenaje que podían hacerles era que la bandera norteamericana que ondea en la base fuese sustituida, aquel día, por la española a media asta. Eso no se hace allí nunca, aunque a diario hay norteamericanos muertos, los franceses sufrieron numerosas bajas, y también caen holandeses y polacos. Así que el jefe de los guardias civiles, el comandante Rafael, fue a pedir permiso al jefe norteamericano. Accedió éste, aunque extrañado por la petición. Saliendo del despacho, el guardia civil se encontró con el jefe del contingente francés, quien dijo que a él y a sus hombres les parecía bien lo de la bandera. En ésas apareció otro norteamericano, el mayor James, que nunca se distinguió por su simpatía ni por su aprecio a los españoles, y con el que más de una vez hubo broncas. Preguntó James si los muertos de Qualinao eran guardias civiles como ellos, y luego se fue sin más comentarios.

A las ocho de la tarde, cuando fuera de los barracones apenas había vida, los cinco guardias se dirigieron a donde estaba la bandera. Formaron en silencio, solos en la explanada, cinco españoles en el culo del mundo: Rafael, Óscar, Rafa, Jesús y José. Cuando se disponían a arriar la enseña, apareció el teniente coronel francés con sus cuarenta gendarmes, que sin decir palabra formaron junto a ellos. Luego llegaron el mayor James, el teniente Williams y veinte marines norteamericanos. Y también los polacos y los holandeses. Hasta el pequeño grupo de Dyncorp, la empresa de seguridad privada americana destacada en Mazar Sharif, hizo acto de presencia. Todos se cuadraron en silencio alrededor de los cinco españoles, que para ese momento apretaban los dientes, firmes y con un nudo en la garganta. Y entonces, sin himnos, cornetas, autoridades ni protocolo, el capitán Rafa y el sargento José arriaron despacio la bandera. Una historia de guerra nunca es moral, como dije antes. Si lo parece, no debemos creerla. Pero a veces resulta cierta. Entonces alienta la virtud y mejora a los hombres. Por eso la he contado hoy.

Comentarios

  1. ¡VIVA ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES!

    ¡HUBIERA DADO DINERO POR ESTAR AL PIE DE ESA BANDERA A MEDIA ASTA EN ESE MOMENTO!

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  2. He llorado al leer el escrito y tengo un nudo en la garganta que es imposible de explicar, tan solo decir que de todos los cuerpos de seguridad del estado es el que más admiración tengo. La guardia civil desprende patritismo y lealtad al pueblo y es el cuerpo más maltrado por éste desgobierno.

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  3. ¡Arriba España y los que dan su vida por NUESTRA seguridad!

    Vivan los cuerpos de seguridad y los soldados.

    Muchas gracias por vuestro esfuerzo y por dar incluso, vuestra vida. ¿Dónde están los homenajes a los verdaderos héroes?

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  4. Esto si que honra a mis compañeros fallecidos alli. Muchas Gracias por estas palabras Arturo.
    Viva la Guardia Civil y Viva España!

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  5. gracias. tomaremos cafe algun dia en algul bar de carretera

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  6. Crecí entre Guardias Civiles 1958/77, sirviéndoles detrás de un mostrador de ultramarinos, aprendí a conocerlos y a ¡QUERERLOS!,a saber de su grandeza, de su amor a la Patria, de su sacrificio, de sus salarios de hambre; mi formación histórica y mi experiencia vital posterior me hicieron amarlos, para ellos, hombres y mujeres de la G. Civil, mi más sentido homenaje. ¡VIVA LA GUARDIA CIVIL!. ¡ VIVA ESPAÑA!

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  7. La moraleja también podría ser que hay más honor entre soldados que valía u honradez entre políticos.

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  8. Una historia sencilla y conmovedora. Mientras Rubalcaba prende insignias miserables a los que colaboraron para que la operación Faisán no llegase a culminar. Por eso y muchas más cosas admiro a la Guardia Civil y desprecio a los politicos que en nombre de España encuentran su particular panacea para envilecerse. Y lo que es peor, envilecernos. VIVA POR SIEMPRE LA GUARDIA CIVIL.

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