Los Ayuntamientos se unen al festín de la deuda.

La deuda española, por si alguien lo desconoce, es actualmente el mayor dolor de cabeza de nuestra economía patria. Es tal el endeudamiento del estado que si ofrecemos cifras son, simplemente, para echarse a llorar... como por ejemplo:

La deuda total española a día de hoy asciende a 1.112.580.000.000 euros.
Si dividiésemos esa deuda entre todos los trabajadores del país, cada uno tendría que hacerse cargo de una parte alicuota de 60.807 euros.
Si dividiésemos esa deuda por habitante de España, cada uno de nosotros (niños y pensionistas incluidos) tendría que pagar 23.572 euros.

Ante tal desmadre de deuda, los mercados nos castigan cuando acudimos a ellos a pedir prestado. Ya no se fían de que la economía española pueda mantener sus compromisos de pago... y claro, mientras los alemanes piden prestado ofreciendo un interés del 2,33%, a los inversores, en sus bonos con vencimiento a 10 años, nosotros tenemos que ofrecer un interés del 4,12%, por el mismo tipo de bonos, para que el inversor nos preste a nosotros y no al alemán.

Fíjense como será de dudosa nuestra capacidad para hacer frente a tan descomunal deuda que, a pesar de ofrecer una rentabilidad que casi dobla la ofrecida por los alemanes; a nosotros nos cuesta colocar nuestra deuda en el mercado internacional y los alemanes la colocan como churros en una madrugada festiva... a nosotros y a las empresas españolas que, por extensión, participan en nuestra maltrecha economía y también acuden a los mercados internacionales para financiarse.

Por esto Bruselas "intervino" nuestra economía obligando a los famosos recortes sociales que vivimos poco antes del verano. Por aquella batería de medidas estructurales volvimos a ganar confianza en los mercados... pero los analistas alemanes e ingleses desconfían aún de nuestra recuperación (ver post "los brotes verdes, como las bicicletas, son para el verano", justamente anterior a éste) entre otras cosas porque no confían en la política errática de nuestro ejecutivo.

Y no deben de andar desencaminados. Una de las mejores iniciativas que propuso el ejecutivo para no incrementar la brutal deuda nacional fue la que anunciaron hace meses de no permitir que los ayuntamientos acudiesen a la banca endeudándose más con ello, que se financiasen con lo que estrictamente generaban por sí mismos... pues "dónde dije Digo, digo Diego"; ya han frenado sus buenas intenciones para con nuestra economía y van a permitir acudir a los ayuntamientos a la banca a mansalva. Podrán hacerlo todos los ayuntamientos que no tengan endeudado el 75% de sus ingresos. Esto es, podrán seguir pidiendo prestado aquellos que aún dispongan de margen en el 75% de sus ingresos para pagar deuda. ¿Se imagina usted su economía si tuviese que sobrevivir con el 25% de lo que ingresa y el 75% restante fuese para pagar deudas?. Francamente, yo lo encuentro fuera de tono completamente... al parecer Zapatero y Elena Salgado no.

Aquí os dejo un interesante artículo sobre este tema que, a buen seguro, saldrá a relucir en el debate de los Presupuestos Generales del Estado.


Más deuda, no por favor. Romualdo Maestre.


Hasta ahora, los ayuntamientos no podían endeudarse por ley. Calculaban más o menos cuáles iban a ser sus ingresos y entonces elaboraban sus previsiones de gastos. Mientras había dinero todo funcionaba medianamente bien. Es más, demasiado bien para algunos, que creían que estar al frente de los consistorios era como ser el jefe de un mini estado con un poder omnímodo para dar de todo a sus administrados: desde servicios de guarderías infantiles hasta cerveza gratis por las fiestas patronales. Esto les aseguraba la continuidad en la institución. Además, con la Ley de Haciendas Locales se suprimía la obligatoriedad de que ciertos cargos profesionales, como los secretarios o los inspectores, estuvieran al margen del partido o del clan que gobernaba. Vamos, una bicoca para que en muchos ayuntamientos se tejiera una telaraña de intereses creados, prebendas y chanchullos. Se empezaron a crear empresas semipúblicas para evitar un control eficiente, a ponerse el alcalde y los concejales sueldos escandalosos que muchas veces superaban incluso los de cualquier ministro, a derrochar en obras inútiles sin ningún sentido más que agotar el dinero que entraba a espuertas, casi siempre por el negocio de las licencias de la construcción.
Hasta que llegó la crisis y paró en seco la mala praxis de muchos pueblos de gastar muy por encima de lo que podían. La situación es tan escandalosa que en bastantes municipios se adeudan varios meses de sueldo de sus funcionarios. O sufren cortes de luz porque ni siquiera tienen circulante suficiente para pagar a las compañías eléctricas. Todo un poema real en la España imparable del desarrollo a manos llenas, incapaz de ver más allá de sus anteojeras cortoplacistas. El único recurso que les quedaba por tanto era subir de forma escandalosa los impuestos, a sabiendas de que esto no les proporcionaría votos para las próximas elecciones, dado lo esquilmado que estaban muchos bolsillos de sus vecinos y por lo impopular de la medida.
Pero hete aquí que la ministra de Economía, Elena Salgado, acaba de salvarles la papeleta ayer mismo. En los próximos Presupuestos permitirá que los municipios con una deuda no superior al 75 por ciento de sus ingresos puedan pedir más dinero prestado. Así lo acaba de anunciar en el Congreso de los Diputados. Al déficit imparable del Estado, verdadero quebradero de cabeza para los gobernantes, el de las Autonomías, un saco sin fondo, se unirá ahora el de los pueblos. Lo que nos faltaba para hipotecar el futuro de una nación que no castiga sino premia a los malos gestores que no saben administrar con talento el dinero público que no es de ellos. Algún día se darán cuenta de que están dejando a España como un solar. Irrecuperable.

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