El nacionalismo catalán quiere romper la baraja. Séneca.




 Buenos días y, ante todo, felices fiestas. Hoy continúo con el proseguir del blog una vez cumplido los compromisos sociales que se producen por estas fechas... y no he dejado de asomarme a la T.V y a la red, con el rabillo del ojo, para hacerme eco de la noticia más relevante durante estos entrañables días.


 De todo lo que me ha llegado de los diferentes medios informativos me quedo con la declaración de intenciones de Artur Mas, el recién electo president. "Dios no quiera que el PP saque mayoría absoluta porque no sería bueno para Cataluña"


 Y es que la futura aristocracia catalana teme que el partido popular, desde la Moncloa madrileña, no consienta una maniobra ilegal (anticonstitucional para ser exactos) de los nacionalistas. Hace unos días ambas formaciones negociaban un pacto para permitir la investidura de Mas en el que los populares exigían hacer cumplir con la sentencia del Constitucional respecto al Estatut. No se llegó a acuerdo alguno pero a los nacionalistas no les ha hecho falta el apoyo del PP, el partido socialista catalán se ofreció para tales menesteres obviando la ilegalidad del Estatut que proponen y por el que propugnan en la investida formación nacionalista CiU.


 De nuevo Zapatero hace gala de no saber qué significa la palabra estado y lo que significa la palabra estadista... sus intereses y los de su partido han pesado más que su obligación como presidente de gobierno de España: Hacer prevalecer la constitución española sobre la totalidad del territorio patrio.


 Os subo un interesante y completo artículo al respecto de Cristina Losada. Ni que decir tiene que coincido con la totalidad del contenido del mismo.




 El fin del discreto encanto. Cristina Losada

"Cuando Mas predica la secesión para un futuro sin fecha, no está de broma ni sólo aumenta la presión del chantaje de toda la vida. Por de pronto, anuncia abiertamente el desacato y la insubordinación".

El postpujolismo ya está aquí. Y llega con la bendición urbi et orbi de los socialistas. Artur Mas ha sido investido gracias a la abstención del PSC y el Gobierno, a través del superministro Rubalcaba, le ha ofrecido enseguida toda su "leal" cooperación. Es norma que a CiU nunca le falten pretendientes en la perversa Madrid. Lo excepcional radica en que los propósitos de los convergentes se sitúan ahora, de modo explícito, fuera de la ley. No hay trampa ni cartón. Mas asume el Gobierno autonómico con dos objetivos que entrañan un desafío al Estado de derecho: incumplir la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto y sus derivadas, como las que acaba de publicar el Supremo contra la inmersión lingüística; y lograr un concierto fiscal que ni la ley de financiación autonómica ni la Carta Magna permiten. ¿Es eso lo que celebra Rubalcaba? ¿Colaborará lealmente el Gobierno de España en tal programa de bandolerismo político?

El salto cualitativo que ha dado el partido único catalanista, empujado por un Maquiavelo tan hábil como el leonés, se cifra en que incluso su facción "moderada" ha perdido cuanto le quedara de contención o, por lo menos, disimulo. El elemento diferencial del postpujolismo, vuelta de tuerca a la que han contribuido el tripartito y Zapatero al alimón, radica en la franca exhibición de la ruptura con España. Y esa gestualidad desinhibida señala el fin de una larga temporada de bailes de salón en los que la secesión se llevaba, discreta, bajo un manto de civilizada hipocresía. En sus discursos, Mas se refiere a España como un país extranjero y proclama a Cataluña en estado de "transición nacional". Pero, ay, no se le quiere tomar en serio. "Bah, eso es palabrería para el consumo interno", se oye. "¿Independencia? ¡Qué va! Eso es alfalfa para los radicales", se dice. Y, naturalmente, en privado, los convergentes reconfortarán a los crédulos.

No hay, sin embargo, motivo alguno para confiar en el doble juego. Ni tampoco para desechar como mera añagaza los pronunciamientos públicos de los políticos. A fin de cuentas, a través de ellos se moldea la opinión y se configura la acción. Cuando Mas predica la secesión para un futuro sin fecha, no está de broma ni sólo aumenta la presión del chantaje de toda la vida. Por de pronto, anuncia abiertamente el desacato y la insubordinación. Y ello, con la "responsable" anuencia del PSC y la encantadísima cooperación del Gobierno de España. Son tal para cual.

*Cristina Losada, Nacida en Vigo, estudia en el Colegio Alemán de esa ciudad y luego en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licencia en Ciencias Políticas y Sociología. En esa época inicia su actividad política antifranquista en el seno de un grupo trotskista, la Liga Comunista Revolucionaria, que abandona poco antes de las primeras elecciones democráticas. Al tiempo, aprende el oficio periodístico en el diario "Pueblo". En 1980 emprende un largo periplo de trotamundos que la lleva por los cinco continentes. Recorre la URSS en el Transiberiano, atraviesa el Sáhara en un turismo y reside en países como Filipinas, Ecuador, Nueva Zelanda, Alemania y Suiza. A su regreso a España, trabaja en la agencia de noticias Colpisa. Actualmente, es columnista de "Libertad Digital" y firma habitual de la revista de pensamiento "La Ilustración Liberal". Desde 2004 forma parte de la tertulia política del programa La Linterna de la COPE. Desde 2007 es consejera de Telemadrid.

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