Nucleares SÍ, nucleares NO. Séneca.


 El terrible terremoto (el cuarto mayor de la historia de la humanidad) que ha asolado Japón y su posterior tsunami, aún más devastador que el temblor de tierra, ha reabierto un debate que parecía resuelto en nuestra sociedad. Incomprensiblemente, la prensa española (sobre todo la más ligada al "talante") no cejan en darle bombo a este tema una y otra vez... posiblemente por no ahondar en las calamidades que sacuden a nuestro país día a día por corruptelas, negligencias, ect... pero no os preocupéis, ya sabéis que aquí trataremos esos temas que pasan tan a la ligera por los medios afines al poder. Mañana os hablaré de las correrías de Trinidad Jiménez por el Magreb y la riada de millones de euros (casi mil, los que supuestamente se ahorraban con la medida de los 110 km/h en nuestras carreteras) para ir abriendo boca. Tampoco dejaremos en el tintero, esta semana, una sabrosa entrevista al presidente de MERCADONA en la que se pueden sacar conclusiones  certeras en vista de sus augurios económicos. Tampoco vamos a olvidarnos de la persecución religiosa que se ha vuelto a instaurar en nuestro país para desagradable sorpresa de muchos de nosotros.


Retomando el tema de cabecera, me llama la atención la fiereza con la que se han sacudido las catacumbas izquierdistas ante la alarma nuclear acaecida en Japón. Los medios de comunicación han descubierto el filón del encarnizado debate que ofrece la temática y no hacen otra cosa que incidir en el tema continuamente.


Y es que la explosión acaecida en la central nuclear de Fukushima este pasado domingo está siendo usada como ariete afilado sobre los que postulan la conveniencia de las nucleares frente a otras alternativas. Yo abogo por la nuclear por ser la opción menos mala de las ofrecidas. A día de hoy no hay mejor alternativa que las nucleares, como ya adelantó la Comunidad Científica Internacional en el Protocolo de Kyoto, frente a las térmicas contaminantes y más peligrosas que las anteriormente nombradas y las energías renovables que aún no son alternativa viable por su poca rentabilidad, eficiencia y eficacia.



 Eso sí, ya sabéis la poca estima que le guardo al actual Gobierno español en general pero en esta ocasión no puedo dejar de alabar la sensatez y cordura que está exhibiendo respecto a este tema... ojalá todo hubiese sido igual durante las casi dos legislaturas que lleva haciendo de las suyas, otro gallo nos cantaría ahora.


 Os dejo un neutro artículo del prestigioso periodista Eduardo San Martín y así lo hacemos, de paso, debutar en nuestra bitácora... 


Nucleares, igualdad de trato. Eduardo San Martín.

En un debate tan emocional, y tan condicionado por prejuicios ideológicos, como es el nuclear, hay que dar paso a los expertos. Y como yo no lo soy, me remito a la explicación realizada esta mañana en Hoy por Hoy de la Cadena Ser por Eduardo Gallego, catedrático de la Politécnica de Madrid, sobre el comportamiento de las centrales tras el terremoto de Japón, la reacción de las autoridades  y la magnitud real de los riesgos probables; y a lo que han escrito otros, como Manuel Fernández Ordóñez.


Mi conclusión provisional, a reserva de lo que ocurra en las próximas horas y días: los accidentes de Japón no prueban la inseguridad de las centrales nucleares, sino lo contrario; que en condiciones sumamente extremas (el peor terremoto sufrido en 150 años), las centrales pueden resistir; y que, a diferencia de lo que ocurrió en Chernobil, unos sistemas de actuación posterior y el comportamiento de las autoridades pueden minimizar los riesgos incluso en esas condiciones. A los miles de personas muertas en Chernobil las mató sobre todo la inepcia de las autoridades.


Decía esta mañana el citado Fernández Ordóñez que la fuerza sísmica liberada por el terremoto de Japón ha sido 30 veces superior a la máxima contemplada en la construcción de esas centrales, y aun así resistieron. Por otra parte, los problemas de refrigeración provocados por cortes en el suministro eléctrico se originaron por el tsunami posterior y no por el temblor en sí.


No hay ninguna fuente de energía totalmente segura. Es más, no hay ninguna actividad industrial segura al cien por cien. Pienso, por ejemplo, en las numerosas catástrofes ecológicas producidas por el transporte de crudo o en la tragedia de Ribadelagos de los años cincuenta por la rotura de una presa hidroeléctrica. ¿Habría que descartar esas fuentes energéticas por los problemas de seguridad que plantean la inepcia de algunos de sus técnicos o la irresponsabilidad de ciertos gobernantes?


El debate sobre las nucleares, si prescindimos de impulsos emotivos y de prejuicios, debería plantearse, pues, en los mismos términos que sobre otras energías e industrias: hasta donde se pueden minimizar esos riesgos que ya sabemos que existen; y si las ventajas que se obtienen compensan la asunción de esos riesgos. Como decía al principio, no soy un experto. Y estoy dispuesto a dejarme convencer por quién exhiba los mejores argumentos. Lo que reclamo hoy es, al menos, una igualdad de trato de la energía nuclear en relación con otras actividades peligrosas que no suscitan en nosotros la menor inquietud.

Eduardo San Martínnació en Ciudad Real en 1947 y ha pasado por las principales redacciones de este país. Fue corresponsal de la Agencia EFE en Portugal y Marruecos y, después, formó parte del equipo que, en plena Transición, puso en marcha el diario 'El País'. Más tarde dirigió informativos en Televisión Española. Cuando el grupo Vocento le contrató se hizo cargo de la dirección del diario 'La Verdad' de Murcia, periódico del que saltó a la dirección adjunta del 'ABC', el buque insignia del grupo. Desempeñó ese cargo durante varios años y ahora sigue ligado al periódico conservador, pero como columnista. Comentarista respetado y elocuente, colabora desde hace años con 'Los Desayunos de TVE' y, además, interviene en programas de la Cadena SER y de CNN +.

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