20-N, el fin del nefasto "capítulo Zapatero" en nuestra historia.


  Por fin se produjo el anuncio del deseado acontecimiento por la inmensa mayoría de habitantes de la península: el adelanto de los comicios generales hasta el próximo, muy próximo, 20 de noviembre.


 El cadáver político de Zapatero se había estado paseando amarrado a su caballo (su corte ministerial) como el Cid Campeador ante las tropas de Al Andalus pero el efecto no era beneficioso, positivo o intimidaban al enemigo sino todo lo contrario... El desplome del partido socialista ha sido de tal calibre que freddy I el Indignati, nuevo monarca socialista por la gracia de Dios (sin primaria alguna) lo ha decapitado en cuanto ha podido.


 Y es que resultaba demasiado incómoda la bicefalía en un partido que aún no tenía claro de quién recibir consignas, si de Jose Luís o de Alfredo... aunque los sonoros voceros del aparato ya lo tenían claro. mientras el más trasnochado "Público", en manos del talibán Escolar hijo, rendía pleitesías a la Chacón (a cambio de cargos, prebendas y otros pagos como denunció C.Carnicero y nos hicimos eco en este blog), el gigante mediático socialista por excelencia, el grupo PRISA, tomaba partido claramente por Rubalcaba. 

La bicefalía socialista acabó con la decapitación de Zapatero.


 Mientras "Público" trata la figura de Zapatero con un inusual respeto y defiende la tesis de que el nefasto presidente será recordado por los españoles como un gran dignatario, el "País" no ha dejado de zarandear el cadáver y desparramar su putrefacto olor por todos los rincones de nuestras Españas. El último golpe lo ha ejecutado todo un gurú socialista como resulta ser Ramoneda, esa voz analítica y sectaria que se pasea por la SER desde hace muchos años.


Os dejo el último golpe al mentón que "El País" le propinaba a Zapatero este pasado domingo. Con él se dotó con todo sentido la lapidaria que ayer soltó Rubalcaba respecto a la bicefalía socialista: "el líder del PSOE ahora soy yo"

Josep Ramoneda.

"De emancipador a liquidador"

-Desde mayo de 2010 todo fue mal para el presidente.
-Un año basura, en que ha caído a niveles de desconfianza sin precedentes.
-Y en que ha arrastrado a su partido a una situación crítica


Exhausto, Zapatero, que ya había anunciado que no seguiría en la carrera, se retira antes incluso de completar la etapa. La decisión de no volver a presentarse a las elecciones no sirvió para aliviar la derrota de los socialistas en las elecciones municipales y autonómicas. Ahora la pregunta es: ¿Este adelanto servirá al PSOE para evitar una nueva catástrofe?


No sé si Zapatero se habrá planteado qué hubiera ocurrido si, aquel infausto día de mayo de 2010 en que, bajo la presión insolente de los mercados y de algunos países amigos, dio un giro total a su política, hubiera optado por el digno gesto de dimitir y convocar elecciones. Probablemente, hubiese tomado el relevo el PP, que alcanzó cotas inauditas de frivolidad votando en contra de aquellas medidas. Sin duda las hubiese puesto en marcha igual solo de llegar al poder, sin que haya razones para pensar que hubiesen dado mejores resultados. Pero quizás Zapatero ahora sería una cierta reserva de la izquierda europea y no un político sin crédito.


La realidad es que desde aquel día todo fue mal para el presidente: un año basura, en que ha caído a niveles de desconfianza sin precedentes y en que ha arrastrado a su partido a una situación crítica. Zapatero el emancipador se ha ido convirtiendo en Zapatero el liquidador. El lado positivo de su herencia, los indiscutibles progresos en materia de derechos civiles y costumbres y la derrota de ETA (¿? Eufemismo tremendo de Ramoneda: Derrotar a ETA no significa darle alcaldías y representación política en territorio español), apenas lucen en medio del fangal de desconfianza en que Zapatero ha acabado atrapado. Probablemente el mal venía del principio. Zapatero nunca encontró el sitio como presidente. Como el camarero de Sartre, siempre dio la sensación de jugar a estadista más que de ser estadista. Y así entró en la crisis negándola mil veces hasta que le arrastró el potente imán de los mercados. Como le ha ocurrido demasiadas veces a la izquierda, no pensó en la economía para su proyecto y esta le ha engullido. Zapatero entró en una dinámica letal para él y para la democracia: se olvidó de dar cuentas a la ciudadanía y solo se preocupó de buscar la legitimidad en el poder económico. Sus publicitadas reuniones con banqueros y empresarios en la Moncloa son todo un símbolo de una época y del fracaso de un presidente que llegó con la promesa de un nuevo renacer para la izquierda. Al contrario de lo que ha dicho Zapatero, los discretos datos del paro y el tenue crecimiento demuestran que no habrá milagro, que la recuperación está lejos, de modo que las buenas noticias habrían sido escasas de aquí a marzo. La gente quiere cambio, porque Zapatero ha arruinado la marca PSOE, pero a pesar de ello confía más en el candidato Rubalcaba que en el candidato Rajoy (al sectario Ramoneda se le olvida que todas las encuestas desprenden una desventaja de 14-16 puntos del PSOE frente al PP. Se entiende que no influya nubarrón alguno sobre el nuevo amo de su pluma: D. Alfredo). El paréntesis Zapatero se cierra con un panorama desolador. Sin renovación política y con el riesgo de que la derecha complete la gran restauración. La derecha nos ofrece un líder que al decir de los suyos resuelve los problemas sin mover una ceja. Solo que a veces tarda dos años, como en el caso Camps. Y la crisis no quiere demoras.


Rubalcaba, por su parte, necesita hacer olvidar al PSOE, precisamente para evitar que este se hunda irremisiblemente. En este contexto, ¿quién será capaz de generar algún espacio para la ilusión?

Comentarios

  1. La culpa no fue de él fue del mercado... Oh malos mercados... Han tardado demasiado en arreglar lo de Camps... Las encuestas obviamente apuntan a Freddy... Eta casi la derrotan hay que ver... Ay tendría que haber dimitido (hace dos meses "Ay tiene que terminar")...

    Con todo el respeto a pesar de la elección de mis palabras y de mi forma de expresión, pero qué mal huele la mierda.

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