Rubalcaba y su propuesta, un "deja vu" socialista.


 Tal como prometí hace unos días, hoy voy a subiros en la bitácora la propuesta, el equipo de Gobierno y quién es quién en el PSOE rubalcabiano.


Respecto a quién es quién dentro del "nuevo" organigrama socialista; nos encontramos en un "boucle temporal", un "deja vu" sin visos de ser finito donde se citan nombres para nada novedosos dentro del partido y sobre lo que ya tratamos en su momento en el blog. Rancio continuismo de tomo y lomo... como si hubiese que preservar algo por tan brillante labor desempeñada durante casi dos legislaturas consecutivas en las que participó activamente Rubalcaba:

Pica sobre el organigrama para agrandar.

 Sobre sus ministrables poco se puede hablar, Rubalcaba guarda con mucho celo el nombre de sus más directos colaboradores si llegase el momento de formar un Gobierno de la nación... entre conjeturas e hipótesis corren rumores en el PSOE completamente descabellados y desconcertantes, tales como que Felipe González es candidato al ministerio de Economía y Hacienda. Aquí os dejo un artículo muy interesante de Arsenio Escolar al respecto:


Muchos ministrables de Rajoy, ninguno de Rubalcaba. Arsenio Escolar.

A medida que salen más y más encuestas que dan por hecho que el PP ganará por goleada las elecciones del 20 de noviembre, proliferan los nombres de ministrables del PP. Habré oído en las últimas semanas unos cuarenta, no exagero. Algunos dirigentes se citan a sí mismos como ministros con una seguridad yo diría que temeraria. Si el Gobierno Rajoy va a tener finalmente 10 carteras, unas cuantas decenas de ilustres del PP van a tener una cena de Navidad un poco amarga.
En las quinielas para Economía hay hiperoverbooking: que si Jaime Caruana, que si Luis de Guindos, que si Cristóbal Montoro, que si Álvaro Nadal, que si Francisco Gonzalez, que si Pablo Isla, que si Salvador Alemany, que si José María Castellano, que si Josep Piqué, que si José Manuel González Páramo… Se ha mencionado incluso a Rodrigo Rato. Yo se lo pregunté a él hace unos días en un corrillo en un acto público y me dijo que se sentía muy halagado pero que no pensaba volver a la política. Quizás porque está inmerso en otros proyectos muy relevantes de la banca.
En el entorno de Rajoy hay tantos posibles ministros de Economía que circula un chiste en Génova, en la sede central del partido: para no defraudar a nadie, Rajoy debería nombrar un ministro cada mes, y decírselo a cada uno nada más tomar posesión como presidente: a ti te tocará febrero, a ti mayo, a ti septiembre a la vuelta de vacaciones…
Mientras tanto, en el entorno de Rubalcaba no se atisba ningún nombre. El jueves pasado, en una conferencia que daba Felipe González, presentado por Rubalcaba, en el Foro Europa de Madrid, el ex presidente dijo que estaba a disposición del candidato para lo que este determinara el día 21 de noviembre. Le preguntaron a Felipe si se veía como ministro de Economía, y dijo que no, que para eso era mejor Carlos Solchaga, que estaba entre el público, enfrente del conferenciante. Rubalcaba ni pestañeó, no se pronunció.
Entrevistado ayer en Los desayunos de TVE, Rubalcaba no quiso contestar cuando Ana Pastor le preguntó quién sería su ministro de Economía si ganaba las elecciones: “Ya lo diré”, cortó el asunto, tajante.
Rajoy, la abundancia de ministrables; Rubalcaba, la absoluta escasez. Probablemente sea mayor error de estrategia el de los socialistas que el del PP, porque los votantes pueden interpretar tanto silencio de dos maneras. Uno: Rubalcaba no tiene un equipo detrás, y por eso está haciendo toda la campaña él solo. Dos: Rubalcaba da por perdidas las elecciones y no pierde el tiempo en montar un Gobierno en la sombra porque sabe que no tendrá la oportunidad de nombrarlo.
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Respecto a las propuestas y programa de Gobierno de Rubalcaba, existe gran escepticismo y muchos guiños al votante indignado que trata Rubalcaba de recuperar a su causa a toda costa... pero prefiero que sea un ilustre disidente socialista, nada más y nada menos que Joaquín Leguina, el que hable sobre el programa de Rubalcaba y cierre el artículo.


Las buenas intenciones. Joaquín Leguina.

"Ecologistas, feministas y defensores de otras utopías parciales tienen aquí su acomodo".

Acercarse a un programa electoral -cualquiera que sea el partido que lo avala- es como entrar en el País de las Maravillas pero sin Alicia y el que ahora presenta el PSOE no es una excepción. En él, todo es “sostenible” (la palabra se repite 56 veces) y “eficiente” (78 veces). Un catálogo completo de buenas intenciones. Todas ellas en busca del empleo y teñidas de verde (ecológico) como los campos en la primavera.

El primer problema con el que se enfrenta este programa (y el candidato) se resume en una sencilla pregunta: “Si ahora lo tienen tan claro, ¿por qué no lo hicieron ustedes antes?”. Preguntita que en el campo económico tiene una difícil respuesta, pues no se puede decir la verdad del barquero, a saber: que en lo tocante a la política económica no se hizo lo que tenía que haberse hecho.

Rubalcaba es prisionero de ese pasado y no tanto por haber formado parte del Gobierno (al fin y al cabo, ha sido ministro del Interior y lo ha hecho bien), sino porque se ha rodeado de lo más granado del zapaterismo, comenzando por Blanco y siguiendo por Valenciano, Hernando, Álvarez y un largo etcétera de devotos.

Las propuestas fiscales son magras y, en buena ley y dadas las actuales circunstancias, debieran ser el eje del debate electoral pues –no nos engañemos–, tras las elecciones y gane quien gane, el sistema fiscal español, que está hecho unos zorros, tendrá que reformarse.

Pues bien, veamos alguna de esas propuestas: modificar el Impuesto de Sociedades; crear un impuesto sobre los beneficios de las instituciones financieras; crear un nuevo impuesto sobre las grandes fortunas; una fiscalidad verde que está muy poco desarrollada; incrementar los impuestos sobre el alcohol y el tabaco.

El programa no concreta mucho, pero lo suficiente como poder preguntarse qué hubiera pasado si estas medidas que ahora se proponen se hubieran tomado inmediatamente después de las elecciones de 2008, en lugar de seguir negando la evidencia y haciendo regalos (los 2.500 euros por bebé, los 400 euros del IRPF o el Plan E). Lo que hubiera pasado es fácil de medir: no nos hubiera pillado el toro en 2010.

Está generalmente aceptado que una de las peores políticas puestas en marcha por el Gobierno de Zapatero fue la hidráulica; pues bien, uno se la encuentra otra vez aquí con su buenismo y todo: “Convocaremos a todos los agentes sociales, económicos y políticos para alcanzar una política de agua compartida”, lo cual, en román paladino, quiere decir que no se piensa hacer nada.

Quien acabó con el Plan Hidrológico nacional y alanceó las cuencas hidrográficas en beneficio de no se sabe qué desaladoras, es decir, la sra. Cristina Narbona y su coro verde de ecologistas (amantes de la Naturaleza y enemigos de la Humanidad), renacen de sus propias cenizas para anunciarnos que hay que ahorrar agua, mientras los caudales de los grandes ríos se pierden en los mares por falta de embalses. “Se trata de abordar las obras hidráulicas con un criterio más selectivo que en el pasado”, se insiste. Es decir, nada de embalses, que son franquistas. Un desastre.

Ideas verdes que vuelven –como la burra al trigo– a la hora de abordar el espinoso asunto energético: “Nuestra apuesta decidida son las energías renovables”, que, como todo el mundo sabe, ni dejan residuos ni contaminan el aire (pero sí el paisaje)… y son mucho más caras que el petróleo.

Para ello, “estableceremos un régimen estable de apoyo a las energías renovables”. ¿Y quién pagará ese apoyo? Pues usted, amable lector, y yo, a través de nuestros impuestos y del recibo de la luz. En efecto, “estableceremos un canon sobre las tecnologías maduras, como la hidroeléctrica y la nuclear, para financiar las energías renovables”. Pero las distorsiones en los costes –lo sabe todo dios menos los ecologistas– acaban por producir ineficiencia.

Detengámonos en una palabrita cargada de ideología en el último párrafo transcrito: un canon sobre la energía hidroeléctrica. ¿Por qué? ¿No son las hidroeléctricas industrias renovables y limpias? Lo son, pero tienen un pero: para obtener esa energía hay que hacer presas y estos verdes señores han decidido, urbi et orbi, que no les gustan los embalses. No sé si porque estropean el paisaje fluvial o porque huelen a trasvase y –ya se sabe– los trasvases, según lo han decretado ellos, no son progresistas.

Ecologistas, feministas y defensores de otras utopías parciales tienen aquí su acomodo. Por haber hay hasta un brindis al sol lingüístico. En efecto, mientras los nacionalistas hacen todo lo posible por erradicar el castellano de sus territorios, el PSOE nada dice de eso, pero se preocupa de que todos los adolescentes españoles “al término de la educación obligatoria conozcan perfectamente tanto la lengua castellana como el resto de las lenguas cooficiales”. Yo, por si acaso, procuraré que mi nieta también sea bilingüe, pero en inglés.

Muy al estilo zapateril, hay “regalos” para todos, pero, al menos yo, no veo en el programa ni una sola cuantificación y menos aún un discurso global y coherente.

*Joaquín Leguina, ex-diputado socialista y ex-presidente de la comunidad autónoma de Madrid, es doctor en Ciencias Económicas y escritor.

Comentarios

  1. Rubalcaba como Ministro del Interior daba PÁNICO, TERROR, PAVOR...

    Pero es que como candidato a la Presidencia del Gobierno DA RISA.

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  2. Eso fijo que lo ha escrito el más rico de internete, que dice que le gusta tu blog.

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  3. Hablando de Rubalcaba, se ha descubierto la página en la que premian a los ciberpepiños.

    http://www.rubalcaba.es/programa-de-puntos/

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