Montoro y su déficit zapateriano cazados por la UE... un lujo que no podemos permitirnos.


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La rectificación de las cifras de déficit de España por parte de las autoridades europeas perjudica la imagen del país. La tensión en la eurozona no cesa, como ha quedado demostrado tras el rocambolesco rescate de Chipre, y los países de la llamada periferia europea son examinados con lupa en el mundo entero. Ante la incertidumbre de los mercados, el Gobierno español no puede permitirse ni la más mínima fisura en la credibilidad y transparencia de la que hacen gala sus responsables financieros. Esa credibilidad que se perdió en la anterior legislatura y que se estaba intentando recuperar en la actual. El hecho de que Bruselas haya tenido que corregir al Ministerio de Hacienda por una serie de retrasos en las devoluciones fiscales recuerda a etapas anteriores. El déficit pasa finalmente del 6,74% al 6,98% del PIB, al tener que elevarse en 2.500 millones. La prima de riesgo española escaló ayer hasta los 381 puntos básicos y vuelve a acercarse a zonas de incertidumbre.


Tampoco ayuda en nada la farragosa excusa que trató de dar el pasado martes el Ministerio de Hacienda, aludiendo a cambios de criterio contables de Eurostat, rechazados por parte de la Comisión Europea de facto. España necesita dar la máxima solvencia a sus grandes cifras, para alejar cualquier sombra de sospecha y evitar las fatídicas comparaciones con otros países ya rescatados.


La corrección de Bruselas llega tan solo un mes después de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el Ministerio de Hacienda anunciaran oficialmente el dato del déficit. El ministro Cristóbal Montoro llegó a garantizar entonces que “en ningún caso” se iba a producir una revisión al alza del dato presentado por parte de Eurostat. Incluso aseguró que podría haber cambios a la baja. Lo peor de todo es que este tipo de correcciones empañan el enorme esfuerzo realizado por todas las Administraciones en aras de la consolidación fiscal. Incluso en Europa ya habían dado por bueno un recorte que llevó el déficit del 8,9% de 2011 al 7% que preveía la Comisión para el ejercicio de 2012, como finalmente parece haber ocurrido. Esa tarea descomunal, en la que se han aunado subidas fiscales y recortes de gasto, se explicaba por sí misma. Los ministros económicos deben tomar nota de lo sucedido y tratar de evitar hechos similares en 2013. De momento, los presupuestos generales se han planteado con una caída de la actividad del 0,5%, que el Banco de España considera que debería elevarse a un 1,5%. Esto es, hace falta otro baño de realidad en el cuadro macroeconómico.

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