Análisis sobre nuestros impuestos o la brutalidad de atajar una crisis sin recortar gastos superfluos.

España ha pasado en pocos años, los más críticos económicamente de los últimos 40, de ser un país con una presión impositiva con cierto margen a ser uno de los países con mayor presión fiscal del planeta. La competitividad lograda mediante sufrimiento y sacrificios por los españoles vía reducción de sueldos prácticamente se ha evaporado si al coste laboral citado le sumamos la presión fiscal añadida. Además, el español trabaja durante un 39% (130 días) del año solamente para pagar impuestos.

La promesa electoral de bajar impuestos del 2011 ha quedado como una de las más dolorosas mentiras vividas por los españoles durante la Democracia. No hay político en el país capaz de recortar una Administración donde se refugian aunque sea costa de desangrar al pueblo con ello.


Este es el resultado de una investigación del think tank Civismo, que computa los datos de un trabajador medio (un sueldo de 24.400 euros, casado, con un hijo...) en la declaración de la Renta, además de sus posteriores impuestos derivados del consumo y el ahorro. El informe concluye que la presión fiscal se incrementó en 2012 en 410 euros por trabajador. Es decir, un 5% más.

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El estudio apunta que esta subida impositiva se concentra en la última alza del IVA, que cuesta 367 euros más por persona, y la subida de diversos tributos municipales y autonómicos, que se anotan 43 euros más por persona, como el Impuesto de Bienes Inmuebles, el céntimo sanitario o el Impuesto de Patrimonio. Pedro Schwartz, economista y miembro del think tank, denunció el pasado jueves una “austeridad mal entendida: mientras el Estado apenas rebaja los gastos, castiga fiscalmente a los trabajadores”.

No en vano, desde 2010 los impuestos han subido en 750 euros por trabajador, lo que supone 11 días más trabajando para el Estado. La subida del IVA en 2010 costó 192 euros por cabeza y año, 125 por el IRPF, 370 por el incremento del IVA en 2012 y 62 por el IBI, los impuestos especiales y otros tributos. En total, el IVA ha aumentado un 31,6% en apenas dos años.

Civismo señala que un ciudadano medio destina un 16% de su sueldo a pagar el IRPF, un 9,6% al IVA, un 6,9% a la cuota de la Seguridad Social correspondiente al empleado, un 4,1% a los Impuestos Especiales y un 2,1% a otros impuestos, de los que la mayor parte son municipales. Con esto, el trabajador medio aportaría 8.667 euros a Hacienda y apenas le quedaría el 61,3% para él mismo.

Impuestos ocultos


Sin embargo, como subrayó la jefe de Investigación de Civismo, Cristina Berechet, hasta el 60% de la recaudación por los tributos al trabajo queda oculta. Se trata de la parte de la cotización a la Seguridad Social que aporta la empresa, que es una de las más altas del mundo.

Teniendo en cuenta todo el importe, cada trabajador aportaría más de la mitad de sus costes laborales para sostener la Administración. “Si los ciudadanos lo conocieran, se escandalizarían”, recalcó Berechet.

En Cantabria un ciudadano se ve obligado a trabajar desde el 1 de enero hasta el 15 de mayo exclusivamente para pagar impuestos. Pica para ampliar

El estudio destaca las grandes diferencias regionales, dado que vivir en Cantabria puede costar casi 800 euros más que hacerlo en el País Vasco. En el primer caso, el tipo máximo del IRPF alcanza el 55% y el céntimo sanitario se sitúa en 4,8 céntimos por litro de combustible, el máximo permitido por el Estado. En cambio, las haciendas forales del País Vasco son las únicas que deflactan el IRPF y su tipo máximo en Álava y Vizcaya está 10 puntos por debajo del cántabro.

Una presión fiscal entre las más altas del planeta

El informe pone de manifiesto que la presión fiscal sobre los salarios españoles está 6 puntos por encima de la media de la OCDE y duplica esta media cuando se trata de un soltero con hijos. La renta media española sufre una presión fiscal cercana al 40%, muy cerca de países nórdicos como Finlandia y Suecia, y superior a la de Dinamarca. Pero la renta media en estos países duplica la española.


La supuesta progresividad no corrige este esfuerzo fiscal porque, si bien los tipos marginales del IRPF van del 13% al 56%, los tipos reales de la fiscalidad al trabajo se mueven entre el 34,3% que paga un mileurista al 42,2% que paga alguien con un sueldo bruto de 100.000 euros. Es decir, una diferencia de apenas 8 puntos.

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