El Gobierno naufraga con sus nuevas medidas; lo que opinan los expertos.

Ya adelantamos en el blog que la batería de medidas anunciadas por Rajoy el pasado viernes no eran nada convincentes. La reiterada subida de impuestos sin recortar gastos huele a populismo de lejos, son políticas más propias de un Gobierno socialista que de uno liberal pero es que por Mariano Fernández Rajoy de Kirchner  ya no podemos poner la mano sobre el fuego respecto a su ideología. Eso sí, populista es un rato pues se asusta fácilmente ante las huelgas fallidas de los debilitados sindicatos mayoritarios españoles o las protestas de diferentes colectivos, ya sean significativos o no... y sus medidas se asoman a contentar a todos cuando, en la actual tesitura, lo único que consigue es desesperar a unos y otros.

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En vez de ajustar el presupuesto a los ingresos disponibles, el Ejecutivo cargó las tintas sobre los impuestos (prórroga de la subida extraordinaria del IRPF, impuestos especiales y a los depósitos bancarios), pero apenas propuso nada sobre gastos. “Los impuestos son muy concretos, pero las reformas todavía muy abstractas y sólo hay una nueva: la desindexación”, señala el catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, José García Montalvo.

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“El error del Gobierno es que busca compensar los ajustes”, indica el gestor del hedge fund Ecofin Daniel Lacalle. Una de cal y otra de arena, una de impuestos y otra de gastos. “Subir los impuestos genera un efecto depresor sobre la economía y lo único que consigue es que el efecto de activación que supondría reducir el gasto público no se traslade a la actividad”, explica Lacalle. Y ese es uno de los problemas: que cuando se está pidiendo a los particulares que reduzcan su deuda, por un lado se les quita parte de su renta disponible (vía impuestos) y por otro se restringe la financiación a la que pueden acceder, porque la acapara el Estado (efecto crowding out).

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Bajar los impuestos

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La consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, afirmó ayer que “será difícil que España vuelva a crecer mientras no se bajen los impuestos y se reduzca el peso de la Administración Pública y de las empresas públicas”. En cambio, el estratega de Citi en España, José Luis Martínez Campuzano, vería positivo reequilibrar los gastos “poniendo más énfasis en las políticas activas de empleo, inversión y educación, a la vez que se acelerar las reformas pendientes, como la de unidad de mercado, colegios profesionales y pensiones”.

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Para el profesor de Banca y exdecano de ESADE Robert Tornabell, las medidas aprobadas el viernes y las palabras del domingo de Mariano Rajoy en Granada no son adecuadas porque “no se puede pedir paciencia con un 27% de paro”. En su opinión, “hay que diseñar un plan de choque para combatir el paro de larga duración y la fuga de talento formado en las universidades españolas”.

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Pero además hay que replantear algunas reformas, como la del mercado de trabajo. García Montalvo critica que “los jueces están volviendo a poner trabas a los ERE, lo que provoca una mayor burocratización, cuando se supone que el objetivo era simplificar el ámbito laboral”.

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A la vez, el Gobierno podría hacer un mayor esfuerzo por liberalizar la economía. Lacalle apunta a los sectores de energía y telecomunicaciones, pero también a las empresas dependientes del Estado, donde “los ajustes son tan pequeños que el aumento de los costes de la deuda se come lo recortado”. “La búsqueda de consenso es el problema”, sentencia.

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Los economistas también critican la previsiones que maneja el Ejecutivo. Por un lado, en el escenario que plantea el Gobierno, la legislatura terminará con un paro tan alto como empezó, por lo que no se entiende qué va a hacer que los ingresos suban. Por otro, el consenso de analistas indica que no habrá creación de empleo hasta 2015 y las previsiones de crecimiento están lejos de organismos como el FMI, a pesar de que el Gobierno defienda que son pesimistas. 

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Se confía el déficit a la recuperación de Europa y a unos ajustes que no llegan, pero “la reestructuración que necesita la economía española es tan profunda que hay que armarse de paciencia hasta que se puedan cosechar los frutos de las reformas”, añade el catedrático de la Universidad de Colonia Juergen Donges. Unas reformas que podrían ir en la buena dirección, pero que cada vez se posponen y desdibujan más.

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