Urge dar soluciones a la agonizante industria española.

La voz de alarma emitida ayer por la Comisión Europea sobre el desmantelamiento de la industria en España viene a poner en evidencia las consecuencias desastrosas de la ausencia de una política industrial realmente efectiva en la última década. Desde esta web hemos reclamado infructuosamente a este Gobierno y al anterior que no hiciesen caso omiso a las señales negativas que emitía este sector, esencial para el futuro de la economía española. Durante la etapa de Zapatero, la única estrategia fue la multiplicación de subvenciones y subsidios para sostener en pie industrias ruinosas pero rentables desde el punto de vista electoral, además de fiarlo todo a la supuesta panacea del coche eléctrico y las energías renovables, mientras que en esta legislatura impera la inacción. 

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Los efectos perversos de estos planteamientos erróneos se han acrecentado a causa de la deslocalización geográfica, la fuerte competencia de países con menores costes laborales y, finalmente, la grave recesión que aún padece España y que ha supuesto la puntilla para muchas compañías industriales españolas que habían logrado sobrevivir hasta entonces. La consecuencia: la producción industrial se ha reducido un 30% en los últimos cinco años.

Los polígonos industriales vacíos son comunes en el paisaje del país.

La fuerte destrucción de empleo en la industria y su descendente aportación al crecimiento económico suponen un elemento de preocupación para las autoridades europeas, que ayer reclamaron medidas urgentes al Ejecutivo de Rajoy en tres áreas: fomento de la innovación, mejora del acceso al crédito por parte de las pymes y reducción de la carga burocrática. Y, además, que agilice la puesta en marcha de las reformas ya anunciadas, que, según la Comisión Europea, acumulan un retraso injustificado. El deterioro sufrido por la industria nacional en términos de destrucción de empresas será muy difícil de recuperar, incluso a largo plazo, por lo que cuánto antes se actúe más posibilidades habrá de contener este retroceso.


La política industrial debe ser una prioridad si el Gobierno aspira a que se produzca una recuperación sostenida, sólida y duradera del empleo de calidad en España, puesto que el resto de sectores no serán capaces de absorber solos a los seis millones de parados en los próximos años. Tampoco podrá mantenerse la mejora de las exportaciones, clave para la recuperación, si el grueso del tejido industrial español no es lo suficientemente competitivo ni dispone del músculo necesario para emprender la salida al exterior. En este sentido, resultan acertadas las palabras pronunciadas también ayer por el ministro del ramo, José Manuel Soria, sobre la importancia de la industria para la prosperidad del país, a la que prometió una reducción sensible de sus costes energéticos, actualmente un 37% superiores a la media de los países de la OCDE. Sin embargo, tras años de ajustes presupuestarios, lo que los empresarios y trabajadores del sector esperan no son nuevas promesas que se queden en nada, sino medidas concretas que se apliquen con prontitud.

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