La deuda desbocada, el gran caballo de batalla para Montoro y De Guindos en el 2014.

En las últimas emisiones del año, el Tesoro Público ha conseguido rebajar el coste de la deuda pública hasta los niveles registrados en el año 2005. Un éxito más que notable que es consecuencia directa de la importante caída de la prima de riesgo durante el semestre actual gracias a una mayor confianza inversora en España, pero también a una gestión acertada del calendario de emisiones estatales y de las ventanas de liquidez que han ido surgiendo en los mercados a lo largo de todo este ejercicio, incluso en los momentos de mayor tensión. Debido a ello, el Tesoro ha logrado cubrir sus objetivos anuales de emisión un mes antes de lo previsto inicialmente. Pero el abaratamiento de la deuda no debe ocultar que el volumen del pasivo público acumulado ha alcanzado un nivel considerable, cercano al 100% del PIB frente al 40% en que se encontraba al inicio de la devastadora crisis actual y que seguirá creciendo.


Esto supone que el Gobierno dispondrá de un menor margen a futuro para reaccionar ante situaciones imprevistas o incentivar la economía (los sucesivos planes de pago a proveedores y el rescate a las autonomías se han venido financiando con deuda), y también implica una mayor exigencia en la planificación de los futuros vencimientos. De ahí que el mayor reto del Tesoro español durante 2014 sea intentar sustituir la mayor parte de las emisiones ya realizadas a corto plazo por otras a medio y largo, y hacerlo sin que suponga un aumento excesivo de los intereses.


Pero el Ejecutivo tampoco debe olvidar que su abuso reiterado del socorrido recurso de emitir más y más deuda pública ha provocado efectos perniciosos sobre la concesión de créditos al sector privado y constituye el principal motivo de preocupación de las autoridades europeas y del BCE sobre las debilidades potenciales de la economía española frente a crisis futuras. La salida de la recesión y el necesario adelgazamiento de la Administración pública que reclaman los expertos y la propia Comisión Europea ofrecen un escenario propicio para iniciar el inevitable desapalancamiento del sector público que sirva de ejemplo para concienciar a empresas y familias de la importancia de acentuar sus propios ajustes de los excesivos pasivos acumulados durante la época de bonanza.

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