La financiación sigue cara y escasa para las empresas españolas.

A pesar de que la caída sostenida de la prima de riesgo de la deuda española en los últimos meses está siendo un importante alivio para las emisiones públicas y para las que realizan las grandes empresas españolas, la brecha entre el coste de financiación para las compañías nacionales y sus homólogas europeas sigue siendo considerable. Tanto es así que incluso para algunas cotizadas del Ibex se ha incrementado el coste medio de la deuda durante el año pasado respecto a 2012, pese a que en aquel ejercicio la prima de riesgo española alcanzó su máximo histórico de 630 puntos básicos y, en cambio, en 2013 su cotización media se redujo sensiblemente hasta situarse en el entorno de los 300 puntos.


E igualmente sucede en la actualidad. Pese a que las grandes cotizadas han registrado rentabilidades mínimas en sus emisiones de deuda más recientes, la prima que deben abonar la mayoría de las cotizadas españolas por colocar sus bonos en el mercado es notablemente más elevada de lo que correspondería al nivel en que se encuentra el riesgo soberano nacional (la semana pasada el diferencial con la deuda alemana llegó a caer hasta los 174 puntos). Una situación todavía más acusada para las pymes, que suponen la mayor parte del tejido industrial español. En este sentido, las medidas aprobadas la semana pasada por el Gobierno para ayudar a aligerar los enormes pasivos de las empresas, que vienen a completar otras impulsadas en los últimos meses como los planes de pago a proveedores de la Administración o el impulso de las alternativas de financiación no bancaria como el MARF, deben ser un revulsivo para que mejore el acceso de las empresas a recursos ajenos con que volver a financiar su crecimiento y la creación de empleo. Es ahora responsabilidad de los directivos de las compañías en dificultades hacer un uso adecuado de estas herramientas para llevar a cabo el necesario ejercicio de saneamiento de sus balances que constantemente reclaman los organismos internacionales y los expertos para garantizar que la recuperación de la economía española se asiente sobre bases sólidas. El papel de la banca también será esencial para que ningún proyecto empresarial viable naufrague por no disponer de la financiación necesaria.


En paralelo, el Ejecutivo no debe cejar en la batalla a nivel europeo para que se adopten las medidas prometidas pero aún no concretadas para que llegue más financiación comunitaria a las pymes, las principales generadoras de empleo en España.

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