La revisión de salarios vinculada a la evolución de beneficios empresariales es buena opción.

La recomendación lanzada ayer por la secretaria de Estado de Empleo, Engracia Hidalgo, de que las empresas vinculen las revisiones salariales a la evolución de sus beneficios refuerza uno de los principios que deberían imperar en la negociación colectiva a raíz de la crisis. Los tiempos en que los salarios quedaban ligados a la inflación u otros indicadores económicos ajenos a la realidad empresarial ya pertenecen al pasado y no deberían volver si se aspira a que la economía española consolide una recuperación sostenible. Cargar a las compañías con unos sobrecostes de tal calado no sólo es negativo para su competitividad, cuya mejora está en la raíz de las mejoras de la producción experimentadas en los últimos meses, sino que además reduce la capacidad de las empresas para aumentar sus plantillas y contribuir los altísimos niveles de desempleo que ha provocado la crisis.

Es más, en esta web defiendo la preponderancia de los acuerdos particulares entre las empresas y sus trabajadores sobre los pactos alcanzados por patronales y sindicatos, que habitualmente están basados en generalidades muy alejadas del día a día empresarial. Uno de los objetivos principales de la reforma laboral era, precisamente, el de dotar de una mayor flexibilidad a las compañías, un fin que desde luego dista mucho de haberse logrado. De ahí la necesidad de que el Gobierno aumente el margen del que disponen las empresas para ajustar sus condiciones laborales y salariales a su propio contexto. En este sentido, resultaría más apropiado vincular las revisiones salariales no tanto a la evolución de los beneficios, como apuntó ayer Hidalgo (ya que éstos incluyen partidas más volubles y ajenas a las mejoras de producción, como los impuestos o las amortizaciones), sino sobre todo a la productividad de los empleados, lo que además de ser un incentivo al desempeño profesional de los asalariados también permitiría a las empresas una distribución más adecuada de sus recursos.

Pica para ampliar.

Por eso es temerario blandir la recuperación de la economía como argumento para exigir que los salarios vuelvan a crecer con fuerza, como hicieron ayer los grupos de la oposición parlamentaria sobre la base de que eso aumentaría el consumo, obviando la abultada deuda que arrastran las familias españolas.