Las europeas se cobran su primera víctima; el adiós de Rubalcaba.

Bipartidismo cuestionado. El varapalo sufrido por PP y PSOE en las elecciones europeas se cobró ayer su primera víctima forzosa. El secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, se vio forzado a convocar un congreso extraordinario de su partido para el mes de julio y explicitar su renuncia a permanecer en el cargo. La pérdida de 9 escaños en el Parlamento europeo, uno más que el PP, y la caída en votos hasta un nuevo mínimo histórico mayor que el cosechado en las generales de 2011 ha agotado el crédito político de Rubalcaba, al que se le ha atragantado la digestión de la herencia del Gobierno de Rodríguez Zapatero.

Descrédito socialista. Incapaz de armar un discurso alternativo al del Ejecutivo de Rajoy y, al tiempo, de poner en orden su partido después de superar a duras penas el Congreso de 2012, el líder del PSOE se jugó su última carta al designar a su número dos como cabeza de lista para los comicios a la Eurocámara, saltándose a la torera el sistema de primarias, apuesta que se ha mostrado más que fallida. Aunque Rubalcaba quiso asumir toda la responsabilidad, lo cierto es que la campaña de Elena Valenciano ha dejado bastante que desear. En su caída, el todavía secretario general socialista pretendió arrastrar también al PP, achacando la gran pérdida de votos de ambos partidos (5,3 millones) a una crisis del sistema político, ante la que volvió a insistir en su propuesta de una amplia reforma constitucional.

Rajoy contemporiza. Sin embargo, las urgencias en el PP son menores, ya que, pese al castigo sufrido en las urnas, fue la formación más votada, lo que permitió a sus dirigentes presentar el resultado como un aval a las medidas adoptadas contra la crisis económica. “Hemos ganado en el peor escenario”, afirmó Rajoy, quien confía en que la mejora de la coyuntura económica cale en los próximos meses y allane el terreno para los populares de cara a las elecciones autonómicas y locales del año que viene. Aun así, mal haría el PP si no toma buena nota de la desafección generalizada que han constatado estos comicios. Parece claro que la mayoría de los españoles no reclaman una enmienda a la totalidad de las medidas adoptadas hasta ahora, conscientes de que muchas de ellas eran necesarias para mantener el país en pie aunque fuesen muy desagradables. Pero sí esperan que el Gobierno adopte de una vez la esperada rebaja de impuestos prometida en 2011, postergada inicialmente hasta este año y después al próximo. En este sentido presionan los barones regionales del PP, que temen que el descontento pueda costar la pérdida de alguna de las comunidades autónomas que ahora gobiernan... aunque bien haría Rajoy en atajar la corrupción campante en el mapa político de una vez por todas, aunque ello provocase su salida por el caso Bárcenas, para atajar definitivamente el desgaste de su formación. Su partido lo agradecería eternamente.

Auge del radicalismo. Una de las consecuencias perversas que pueden tener las elecciones europeas es un aumento generalizado de las propuestas populistas para tratar de recuperar el favor perdido del electorado. La irrupción avasalladora de la coalición de izquierda radical Podemos, cuyo programa electoral y principales proclamas rezuman dogmatismo por doquier, puede incitar a que los partidos perjudicados como el PSOE o IU se aventuren en una deriva similar. Un escenario parecido enfrenta CiU, desbancada como primera formación política en Cataluña por ERC, que ha conseguido capitalizar la mayoría del voto cómplice con el independentismo de la comunidad autónoma. Artur Mas se encuentra ante la disyuntiva de quemar las naves en pro de la consulta soberanista para la que ahora presionará con más fuerza si cabe ERC, aunque pueda perder con ello la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones catalanas, o volver a la senda del diálogo constructivo y la búsqueda de entendimiento con el Gobierno central. El ascenso de Bildu en País Vasco, convertido en el partido más votado en Álava y Guipúzcoa, resulta preocupante al confirmar la línea ascendente del brazo político de ETA, que podría disputar la hegemonía del PNV en las próximas autonómicas. Las elecciones europeas, frente a la intranscendencia que muchos les atribuían antes de este domingo, pueden provocar una reconfiguración importante del mapa político nacional a corto plazo.