Avanzar en la reforma fiscal es más beneficioso que mil Draghis juntos.

El Gobierno ha incrementado en las últimas semanas la ambición de la reforma fiscal, cuyas primeras líneas se conocerán los próximos 13 ó 20 de junio, porque lo permiten los datos de la recuperación de la economía, que doblan las perspectivas de crecimiento, y ante los pobres resultados que ha cosechado el Partido Popular en las elecciones europeas. De momento, la rebaja del Impuesto sobre Sociedades será del 30% al 25% en dos fases, como adelantó este diario, y Hacienda va a incrementar hasta 7.000 millones la rebaja del IRPF frente a los 5.000 millones inicialmente previstos. A esto se suma que Hacienda bajará la retención en el IRPF a profesionales del 21% actual al 19% y creará un tipo nuevo reducido para ingresos bajos que situará en el 15%. Esta medida acompaña a la bajada del IRPF que será, junto a la del Impuesto sobre Sociedades, “sustancial”, según ha subrayado el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.


Bienvenida sea esta mayor contundencia en las bajadas de impuestos en la reforma fiscal, aunque se deba en parte a la presión que ejercen los recientes resultados electorales o la cercanía de las próximas elecciones autonómicas y generales. Asalariados, autónomos, profesionales y empresas arrastran tres años de subidas de impuestos continuas y sólo un revulsivo a estas medidas conseguirá que la recuperación económica se construya sobre bases sólidas y que aumenten el consumo y la actividad.

La rebaja de las retenciones a los rendimientos de actividades profesionales y el ingreso a cuenta por rentas del trabajo derivados de impartir cursos, seminarios o conferencias aliviará a autónomos y profesionales, que han visto su actividad seriamente mermada en la crisis. Además, incluye un nuevo tipo para los contribuyentes con ingresos más bajos, lo que introducirá progresividad en la tarifa. Cabe señalar que el número de autónomos en España ascendía en enero a tres millones.


Por ende, una rebaja general de tipos situará de nuevo a España en el ránking de los países con una fiscalidad atractiva, con lo que ganará en competitividad y atraerá a empresas y profesionales, una vez que logre quitarse el sambenito de ser uno de los Estados con los tipos del IRPF más elevados del mundo, junto con un Impuesto sobre Sociedades con un tipo nominal muy alto y lleno de parches que intentan limitar sus numerosas deducciones y acercar los tipos nominal y efectivo.

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