Las empresas al hoyo y el Gobierno al bollo. José Javaloyes.



No podía haberse resuelto de otra manera, cuando en esta abrumadora etapa de Gobierno se sucumbe igualmente a la tentación de enfrentar y a la de prohibir.
Una vez más, un asunto, el del sobrepeso de los niños y jóvenes españoles, abordado desde hace más de un lustro con el compromiso decidido de la industria y su absoluta y plena colaboración con la Administración, parece que quiere resolverse por el camino efectista de la demagogia, en lugar de por la vía, siempre fértil, del acuerdo.
La semana pasada la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, dependiente del Ministerio de Sanidad, filtró un documento según el cual las máquinas expendedoras de bollos y snacks deberán ser retiradas de los centros escolares. Más allá de lo acertado o cuestionable de la medida, y su previsible poco o nulo efecto en las tasas de sobrepeso infantil y juvenil, el documento de Sanidad, según fuentes del sector, entierra cinco años de consenso con las principales empresas del mismo.
Autorregulación
En 2005, la puesta en marcha de la Estrategia NAOS y del Código PAOS (el primero destinado a la autorregulación de las empresas, que ha arrojado resultados brillantes, y el segundo, pensado para adecuar el mensaje publicitario) suponía un abordaje del problema en el que se asumía que la participación de las empresas, lo mismo que su autorregulación, sería mucho más eficaz que el decretazo y la prohibición. Ha sido un ejemplo de coordinación entre entidades privadas y administraciones públicas, muy valorado más allá de nuestras fronteras.
La llegada de Trinidad Jiménez al Ministerio de Sanidad se acogió con expectante satisfacción, que se vio reforzada por las muestras aportadas de su capacidad de diálogo y para el consenso con la gestión de la pandemia de la Gripe A. Nadie entiende ni cómo ni porqué el trabajo realizado hasta ahora se tira a la papelera, poniéndose en marcha también en esto la máquina de prohibir.
Todo resulta de difícil comprensión, a menos que abramos los ojos y reparemos en que a este Gobierno, tan sensible a los titulares de prensa, tiene irreprimible proclividad al planteamiento maniqueo y la búsqueda de enemigos públicos. En definitiva, a la prohibición.
En una sociedad nacional como la nuestra, en la que la mitad de los niños y jóvenes no realizan otra actividad física que la impartida en la escuela; en la que dos terceras partes de ellos pasan al menos tres horas al día delante del ordenador, la televisión o los videojuegos; en la que cada reforma educativa incluye una merma de las horas lectivas de actividad física; en la que, en resumen, los niños y jóvenes no se mueven, Sanidad pretende resolver el problema de la obesidad infantil impidiendo que los niños se coman un bollo en el colegio.
Tanto la referida Estrategia NAOS como el Código PAOS, con su estructura normativa de autorregulación, han tenido resultados brillantes, y han demostrado, una vez más, que siempre es mejor hablar que imponer, y más eficaz la pactada autorregulación que la tralla del decretazo. Pero, tal como digo, ya tenemos un nuevo malo de la película.
Se trata, nada más y nada menos que del modesto bollo: capotillo para hacerle el quite a la caída de la glucosa que coincide con la hora de la merienda. Sin embargo, que los padres respiren tranquilos. El Gobierno prohibirá a sus hijos que se compren el bollo del recreo, pero permitirá a sus hijas que ejerzan la libertad de abortar, o que adquieran sin trámite médico de cualquier naturaleza tantas píldoras abortivas como deseen. Tanto una cosa como la otra lo hace el Gobierno por su salud.
*José Javaloyes, periodista, escritor y articulista en diferentes medios como Expansión, República de las ideas, Estrella Digital, ect... lleva ejerciendo la profesión durante más de treinta años en nuestro país.

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