Carme Chacón y Felipe González nos perdonan la vida. José Antonio Sentís.


La producción teórica de nuestros políticos es más bien exigua, aunque tengan laboratorios de ideas a los que generalmente hacen menos caso que a los guionistas de frases para titulares. Por eso es estimable el esfuerzo insólitamente compartido entre la joven ministra de Defensa, Carme Chacón, y el veterano líder socialista, Felipe González. Ambos han firmado un artículo en el diario El País de irresistible reflexión.
Chacón y González han descubierto que la Constitución del 78 y su original creación del Estado Autonómico no era más que un proyecto “federalizante”. Es decir, un tránsito hacia una España federal.
Hay que agradecérselo, pues hasta este año, y hasta el último Estatuto de Cataluña, no lo sabíamos. Porque una lectura del artículo segundo de la Constitución nos había dado la falsa impresión de que la propia norma se fundamentaba en la Nación española preexistente y prescribía su carácter unitario. O dicho en las propias palabras del texto, “la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles…”. Eso sí, con reconocimiento de la autonomía de nacionalidades y regiones, siempre bajo un único sujeto de soberanía: el pueblo español.
En realidad, lo que la Constitución quería decir, según parece ahora, es que España es un Estado reinventado bajo una idea federalizante, y cabalga hacia la federación. Y con una base de Nación que es, en realidad, un compendio de posibilidades nacionales. O, en palabras de Chacón y González, una “Nación de naciones”. La verdad es que, con la reinterpretación de estos nuevos politólogos socialistas, la Constitución jamás hubiera sido aprobada en el 78. Y ellos lo saben.
Uno de los problemas de España es que nunca resolvemos un debate. Sólo esperamos un par de generaciones para reanudarlo. Porque la bronca entre Estado Autonómico y Estado Federal ya se vivió en la República, y si no se llegó ahí al “Estado Federal” fue porque hasta los republicanos se aterraron. Bastante tuvo que ver Ortega, cuando alertó sobre la alternativa federal como destructora de la Nación española, porque ese término no es inocente. La federación en política es pacto (foedus) entre entidades soberanas, no distribución de poder (autonomía) desde un sujeto de soberanía hacia sus partes.
Es imposible que Felipe González ignore eso. Incluso que lo desconozca la ministra de Defensa (que tendrá, digo yo, que llegar a pactos o foedus con alguna tribu en Afganistán). Por lo tanto, nos la están metiendo doblada.
En cualquier caso, lo irritante de esta joven y ambiciosa guardia del PSOE y la experimentada reserva espiritual socialista es que hayan hecho un artículo para decir lo siguiente:
Primero, que el Tribunal Constitucional no tiene la menor idea de cómo tratar el problema estatutario catalán y, sobre todo, que los magistrados con votos particulares son unos reaccionarios.
Segundo: que el PP es el culpable de todo (eso estaba en el guión) pero, en este caso, por tener una escandalosa idea unitaria de España ¡como si la Constitución sostuviese tal desatino!
Tercero que los nacionalistas catalanes carecen del más mínimo sentido de la realidad, porque cuando dicen que Cataluña es una nación, no entienden realmente lo que es ser una nación. Tendrían que saber, y así se lo explican Chacón y González, que Cataluña es una nación, pero dentro de una nación. Está claro, ¿no? Y, por supuesto, es intolerable que los nacionalistas pretendan que su reivindicación nacional sea política, cuando deberían someterse dócilmente al nuevo concepto de nación de los socialistas, que es un poquito nación pero no demasiada nación.
Chacón y González se han juntado para echar una mano a su partido en las elecciones catalanas y para justificar la neoEspaña de Zapatero. Pero eso es justificable. Lo que no lo es, es que aprovechen para perdonarnos la vida a todos los demás, a quienes creemos en la España unida y solidaria, a quienes prefieren la secesión previo reconocimiento nacional, a quienes interpretan legalmente la Constitución y, en general, a quienes saben leer.
En todo caso, Chacón es perdonable, porque tal vez sueñe con presidir un Estado Federal (los cinco minutos que durase antes de las subsecuentes secesiones), pero de Felipe González era impensable que saliera ahora con este “España de entrada no”.

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