Hablemos hoy de brotes verdes.
Siguen las buenas noticias sobre la marcha de la economía. Después de que el Banco de España haya certificado el fin de la recesión, con un crecimiento del PIB de una décima en el tercer trimestre del año, el INE constató que el mercado laboral, pese a la persistencia del alto nivel de paro (con 5.904.700 de desempleados), comienza a generar nuevos puestos de trabajo (hubo 39.500 contrataciones netas en verano), lo que, junto al descenso de la población activa por la mayor emigración ha permitido recortar la cifra total de parados en 72.800 personas frente al aumento de 85.000 desempleados que se produjo en el mismo periodo del año pasado. Gracias al impulso del sector turístico y el comercio, intensivos en la contratación temporal, que, lógicamente en tiempos de crisis, se ha convertido en el motor para la generación de empleo, la economía española logró en verano dar otro paso imprescindible para la recuperación: el empleo en el sector privado volvió a crecer en el tercer trimestre por primera vez desde el año 2007. De hecho, la contratación emite ya signos positivos en varios sectores, entre los que destacan sobremanera el sanitario (en el que se crearon 54.400 empleos), el de la prestación de servicios en fincas privadas o la venta y reparación de vehículos, entre otros 46 sectores.
Con ser relevantes, esos avances son aún tímidos. Por eso adquiere mayor trascendencia que el Gobierno concrete cuanto antes los retoques a la reforma laboral, sobre todo en lo que a los incentivos a la contratación se refiere, que le han venido exigiendo los distintos organismos internacionales, los expertos y las propias empresas, que parecen dispuestas a recuperar en breve sus planes para aumentar las plantillas si se dan condiciones más favorables que las actuales. Esta mejora del entorno normativo será esencial para que los avances en la creación de empleo se extiendan de forma generalizada a la industria, la construcción o la agricultura, donde todavía se concentra la pérdida de puestos de trabajo durante el último trimestre, aunque en niveles muy inferiores a los de ejercicios precedentes. Eso permitiría equilibrar la balanza entre contratación indefinida y temporal, actualmente muy descompensada en favor del empleo no estable por el riesgo que aún perciben los empresarios sobre los costes futuros provocados por los contratos indefinidos.
Hace dos semanas las propias empresas advirtieron de que al ritmo actual la economía española sólo podría generar un millón de nuevos empleos hasta 2020, una tendencia claramente insuficiente para compensar la fuerte destrucción de empleo durante los últimos y que requiere de medidas valientes.
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