España se precipita hacia el abismo. Seneca.

  Hace unos meses, casi un año ya, quedé completamente estupefacto al leer unas palabras de Antonio Gala en la prensa. Uno, acostumbrado a la provocadora, fresca, y exquisita proclama de ése que "no es pesimista, sino optimista bien informado" que es el genial literato de Brazatortas, quedó sorprendido cuando acudió a la habitual cita con el escritor que nos procuraba "El Mundo" y se encontró con esto:

"No he conocido nunca una España más mediocre que ésta. Sí más injusta, más despreciable, más resignada, más sangrante... Ahora es mediocre aquí la economía, la política, el Gobierno, la oposición, la justicia, la televisión, el arte, las posiciones y oposiciones nacional e internacional... Todo, menos el paro. Hasta la mediocridad es mediocre. Y en ella conviven el hambre y el esnobismo, la carencia total y el derroche total... Que, al final de mi lucha y de mi vida, me vea rodeado, agasajado o insultado, por lo que me desdeñó es demasiado fuerte. He luchado, me han agredido, me han encarcelado... pero quedaba la esperanza. Ahora el aire lleva mentiras, contubernio, chantaje, podredumbre, un egoísmo atroz y una absoluta falta de solidaridad. ¿Es que nos dirigimos otra vez a la náusea de donde veníamos? Hoy sólo queda, para alguien que desee seguir haciendo su obra personal, el desentendimiento. Apagar los escaparates, echar los cierres, tirar la llave al mar, esconderse para que la mediocridad no lo contagie... O quizá lo mejor sea dejar de respirar". (Antonio Gala, "El Mundo", 1-5-2010)


 Por aquel entonces achaqué tanto catastrofismo a un mal día de nuestra sublime pluma nacional... ayer, a toro pasado, recordé esas palabras, una por una, mientras lloraba (sí, ayer lloré por mi pobre país después de no hacerlo durante muchos años) a causa de un brutal golpe que recibimos España, muchos compatriotas que se toman en serio esta impagada y ardua tarea de ejercer país y yo. Ayer la Canciller alemana Merkel adelantó parte de las propuestas que nos impondrán el próximo día tres: la intención de Alemania de llevarse a cientos de miles de jóvenes licenciados y cualificados españoles a su país. 

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 Fue ayer, como decía, cuando las recordadas palabras de Gala se tornaron en realidad, en sentencia, en resultado, en consecuencia, en condena, en desenlace... definitivamente en esquela. No pude evitar el llorar a moco tendido.

 Y es que este fin de semana no habían controladores insurrectos, no habían jueces destapando tramas de corruptelas de la oposición, no habían fumadores sublevados en cualquier establecimiento del país... ayer hacía tanto frío en la vieja piel de toro que las habituales cortinas de humo se disipaban en un santiamén. Ni siquiera el gran embustero reunió el valor suficiente para ofrecernos un "brote verde" de esos que nos ayudan a hacer la digestión y, en un número in crescendo de casos, olvidarnos de la obligada ayuna que acarrea nuestra pobreza en muchos hogares patrios.  

 Quién crea que no estaban justificadas mis lágrimas se encuentran inmersos en un ejercicio de irrealidad o necedad sin parangón... algo que tampoco me resulta extraño en este pueblo tan inculto e insensato que ha permitido llegar hasta esta situación. El que se lleven a lo mejor y más preparado de nuestra juventud fuera de nuestro país es el peor expolio que puede sufrir cualquier nación. Sólo hay una situación peor que la que os estoy relatando; la guerra. Exceptuando tan extremo escenario, no hay nada más dañino, mortífero y funesto para un pueblo que semejante castración étnica y social. Es condenar nuestro futuro nacional a viajar en el vagón de cola europeo que arrastra la locomotora alemana por muchas décadas. Máxime cuando nuestra comunidad científica agoniza de un tiempo a esta parte.  

Ayer comprendí que lo que nos espera el día 3 de febrero, en la cumbre bilateral con Alemania, no es una esperanza de recuperación, de ayuda, de soluciones... lo que nos espera es la abdicación soberana en manos de las primeras potencias mundiales. La primera en elegir botín en el proceso de saqueo será Alemania, como Dios y los tratados convencionales mandan, para eso es nuestra principal acreedora. Una vez que los alemanes se hayan dado por satisfechos vendrán otras; llámenla China, Inglaterra, Francia, ect... así hasta completar el proceso de liquidación por derribo a cambio de unas limosnas que nos permitan sobrevivir sin futuro de prosperidad alguno en mucho tiempo.

  

 Cuando acabe el fatal proceso; quedaremos aquí, en una España cani-nini-iletrada-multiculturalizada-incapaz-impedida... porque lo mejor y mas ilusionante de nosotros habrá hecho las maletas para buscar un futuro que no se puede sembrar en tan baldío terruño como será nuestro país.


 Hoy no tengo ganas de buscar culpables, ya no es momento de señalar a nadie... entre otras cosas porque ya no sirve de nada y, ante tanta fatalidad, no es cosa de un sólo culpable todo esto; llegar hasta aquí ha sido demérito de millones de nosotros que, pecando de nuevos ricos y cantando como orgullosas cigarras al sol de la efímera y cuasi desconocida bonanza, nos olvidamos de nuestra secular condición de humildes hormigas adquirida a base de una reseca historia, la de nuestra España, repleta de derrotas y desgracias.