Grecia se la juega en los próximos días. ¿Será su suerte la del €?

Grecia estará durante esta semana, por enésima vez, en el punto de mira de la eurozona. Los políticos europeos olvidarán sus destinos vacacionales para enfrentarse a la difícil situación en la que se encuentra la moneda única, un problema que lleva dos años y medio sin solventarse. El presidente griego, Antonis Samaras, visitará las grandes capitales europeas con una misión bien difícil: lograr dos años más de margen para reducir el déficit a los niveles que exige Bruselas. El problema es que el punto de partida de sus interlocutores será muy distinto.

La primera reunión del dirigente heleno se producirá el miércoles en Bruselas con el jefe del Eurogrupo, Jean Claude Juncker. Samaras viajará el viernes a Alemania para reunirse con la canciller alemana, Angela Merkel, y el sábado se reunirá finalmente con el mandatario galo, François Hollande.

Aunque la canciller ha querido quitarle importancia a la reunión, lo cierto es que los intensos trabajos previos muestran que los encuentros que se producirán serán claves para el futuro de la moneda única. Ayer se reunió el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, con su homólogo griego, Dimitris Avramopoulos, para preparar el encuentro de Merkel y Samaras. Además, la dirigente germana se reunirá el jueves con Hollande para acercar las posturas de ambas potencias sobre el rumbo de Grecia y de la eurozona.

La prima de riesgo griega se encuentra situada en unos desmesurados 2.263 puntos básicos a pesar de dos rescates... el tercer rescate está completamente descartado y Grecia sigue desterrada de los mercados para financiarse.

Sobre la mesa saldrán a relucir, seguramente, el sudoku de las cuentas griegas y los vencimientos de deuda de Atenas, un verdadero quebradero de cabeza desde enero de 2010, cuando se descubrió que la economía helena había manipulado sus cifras de déficit. Aunque desde entonces Grecia ha aprobado severos planes de ajuste para cuadrar las cuentas y ha recibido dos rescates millonarios, sigue teniendo dificultades para pagar a sus acreedores. Según el diario Der Spiegel, las necesidades financiares de Grecia para los próximos dos años ascienden realmente a 14.000 millones de euros, 2.500 millones más de lo que se presupuestó inicialmente.

Esta situación ha llevado en los últimos días a sacar a la palestra informaciones de todo tipo. El ministro de Exteriores de Finlandia reconoció que su país ya tiene preparado un plan de contingencia por si Grecia sale del euro y llegó a decir que este extremo no sería una catástrofe. Además, un ministro austriaco dijo que había que plantearse echar a países del euro. Ante este panorama, Samaras quiere negociar más manga ancha para su país. Pero en realidad sería un éxito para el líder heleno que no se le obligue a adoptar recortes adicionales en el corto y medio plazo. Si la UE cede ante las peticiones de Grecia, se abre la veda para países como España e Italia, que podrían pedir auxilio a Bruselas en septiembre.

Se da por seguro la imposición de nuevos recortes para Grecia. La situación en el país heleno puede ser terrorífica a finales de este mes o, a más tardar, a principios de septiembre de ser así.

Se tome la decisión que se tome, los griegos no se librarán de los recortes. Según las últimas filtraciones, se rebajará más el sueldo a los funcionarios, se despedirá a 15.000 empleados públicos y se dará un nuevo tijeretazo a las pensiones y a las ayudas sociales. El ministro de Finanzas, Yannis Sturnaras, ha allanado el terreno: "De no hacerlo, viviremos un periodo de pobreza sin precedentes".

Y la Merkel en su papel, atrapada en él por la presión popular de sus compatriotas.

Se repite el mismo patrón. Al igual que en los momentos más decisivos de los últimos dos años (cuando se decidían cuestiones capitales sobre el futuro de la moneda única como el rescate de Grecia, Irlanda o Portugal) la canciller alemana, Angela Merkel, quiso desinflar ayer las expectativas sobre la reunión que mantendrá el jueves con François Hollande y el viernes con Antonis Samaras.

Hay que evitar "toda decisión precipitada" y esperar el informe de la troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) sobre la situación de Grecia, insistió su ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, tras reunirse con su colega griego, Dimitris Avramópulos, ayer en Berlín. La reunión entre ambos ministros era preparatoria para la que mantendrán el viernes Merkel y Samaras, un día después de que la canciller reciba a Hollande, y mientras se suceden los rumores de que Atenas precisará más ayudas que las hasta ahora comprometidas para evitar la quiebra, informa Efe.

OPINIÓN PÚBLICA

Antes de la reunión entre Westerwelle y Avramópulos, el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert, había advertido ya de que no debían depositarse excesivas expectativas en el encuentro entre la canciller y el primer ministro griego. No deben esperarse "decisiones rápidas" ni "determinantes" de la cita entre la canciller y Samaras, afirmó Seibert.

Aunque el partido de Merkel lo descarta categóricamente, la difícil situación de Atenas ha avivado la discusión sobre un posible tercer paquete de ayuda a Grecia, Aunque Merkel dé finalmente su brazo a torcer, es difícil que logre encontrar una mayoría en sus propias filas parlamentarias para una nueva ayuda a Grecia. La opinión pública en Alemania está mayoritariamente en contra de nuevas ayudas a Grecia.

Más allá de las advertencias gubernamentales más ortodoxas y de que se quiera rebajar las expectativas de la ronda de reuniones, se da por hecho que Samaras examinará en Berlín las posibilidades de que Alemania ceda en su resistencia a un eventual tercer paquete de ayudas.