¿Cómo sería la Catalunya independiente?
Es imposible encontrar un solo rótulo comercial en la lengua de Cervantes. Con eso la normativa se ha vuelto inflexible, pese a que las calles de Barcelona continúan siendo una Babel auditiva y el castellano se deja oír tanto o más que en los tiempos previos a la independencia. El compromiso de la nueva república de conservar el bilingüismo se ha quedado en promesa incumplida, incluso en el sistema educativo. El castellano compite en los institutos con el francés y alemán como una lengua optativa más que se añade al catalán e inglés obligatorios.
Los bares con pantalla grande están a rebosar y no es para menos. La selección catalana de fútbol estrena en un amistoso un nuevo entrenador comprometido desde siempre en la tasca de fer país: Pep Guardiola. Y quien ha salido muy mal parada de la secesión catalana es La Roja, que ha perdido sus grandes figuras. No así el Barça, que continúa jugando en la liga española, como quiso en su día Sandro Rosell, a la manera del Mónaco en Francia.
El triunfo catalán cae como agua de mayo en el aletargado sentimiento nacionalista. Y la expansión sentimental en Rambla Canaletas de algún modo salva la fiesta que ha pasado sin pena ni gloria en una docena de actos oficiales. Se trata de la conmemoración del primer aniversario de la República de Catalunya. Y pese a los esfuerzos institucionales por reavivar la ilusión catalanista, sólo el fútbol lo consigue. A 12 meses de secesión, el país ya no está para grandes fastos ni se los puede permitir. No sólo por la difícil situación política, económica y social que atraviesa, sino porque tampoco tiene mucho que celebrar la ciudadanía, cuyo fervor inicial y grandes esperanzas en el nuevo Estat comienzan poco a poco a desvanecerse, en un desencanto cada vez más palpable, con el balance del primer año del Govern independiente.
El desgaste se remonta a los inicios del proceso de secesión, que en su día Artur Mas bautizó como «transición catalana». Los escépticos que vaticinaron entonces el fracaso de proyecto independentista, comparando el programa de Mas con el abortado Plan Ibarretxe que se dio de bruces con las urnas, se equivocaron. Pero la figura política del president tampoco salió indemne. El liderazgo de Mas se deterioró notablemente en un largo e intrincado proceso de negociación con el Gobierno central, plagado de retrocesos, discusiones bizantinas y crispación que desembocó finalmente en una callejón sin salida. Se estrelló contra el muro de piedra del orden constitucional vigente, el famoso principio de indivisibilidad del Estado español contenido en el artículo 2 de la Constitución.
RUPTURA DE LA LEGALIDAD
De las cuatro opciones posibles para salir del atolladero jurídico prosperó la más expeditiva y, a la vez, conflictiva. El Gobierno central jamás accedió a convocar un referéndum consultivo en la comunidad autónoma, ni siquiera en toda España donde el triunfo del «No» estaba garantizado. Y la fórmula de independencia asociada de una Cataluña dotada de autogobierno pero formando parte del Estado español, a la manera de Puerto Rico con los Estados Unidos, tuvo escaso predicamento y nula viabilidad.
De las cuatro opciones posibles para salir del atolladero jurídico prosperó la más expeditiva y, a la vez, conflictiva. El Gobierno central jamás accedió a convocar un referéndum consultivo en la comunidad autónoma, ni siquiera en toda España donde el triunfo del «No» estaba garantizado. Y la fórmula de independencia asociada de una Cataluña dotada de autogobierno pero formando parte del Estado español, a la manera de Puerto Rico con los Estados Unidos, tuvo escaso predicamento y nula viabilidad.
La ruptura de la legalidad española fue inevitable. Al parlamento catalán no le quedó más remedio que una declaración unilateral de independencia, de la que ahora se conmemora un año, y convocar un referéndum de autodeterminación, entre otras cosas, para legitimar la secesión de cara a la Unión Europea y satisfacer, al menos, la legalidad internacional. Casi el 60% del electorado catalán dio el «Sí» a la independencia, pero no fue tan sencillo lograr el apoyo de la mayoría de socios europeos. Cosa que requirió un arduo trabajo diplomático. Las instituciones europeas son conservadoras por naturaleza. Sin embargo, los intereses económicos de la zona euro se impusieron, sobre la bases de una incansable negociación política, cuando la irreversibilidad de la secesión se hizo evidente.
Pero la cara más ingrata de toda la empresa fue el considerable deterioro de las relaciones, cuando no la confrontación, con España. Relaciones que, pese a la tensión, jamás se llegaron a suspender de facto. Pero Cataluña aún paga muy caro las consecuencias económicas de dicho deterioro. ¿Qué sacó en limpio de toda aquello el ciudadano de a pie? Pues, satisfacciones sentimentales y penurias inmediatas por partes iguales. La panacea de riqueza y prosperidad que pronosticaban los economistas adeptos a la causa soberanista no se ha cumplido.
La selección catalana de fútbol, magistralmente dirigida por Guardiola, se impuso a la "Roja" en los actos de celebración del primer aniversario de la independencia catalana.
Catalunya no ha salido del euro, pero tampoco son muy halagüeños sus números macroeconómicos. En el plano internacional, el encaje europeo es una de sus cuentas pendientes. Reconocida como nuevo estado europeo soberano e independiente, Cataluña salió por fuerza del club de los 27 a consecuencia de la secesión y aún aguarda la aceptación de su solicitud de ingreso como nuevo miembro. Cosa que los soberanistas más entusiastas aseguran que está al caer, pero es probable que lleve su tiempo porque ello requiere la unanimidad de todos los socios y la animosidad española será difícil de roer. En contrapartida, el Estat catalán ha conservado la moneda única y ha logrado sortear con pericia, echando mano de la flexibilidad de los tratados, el escollo de las fronteras y los aranceles, más o menos punitivos, sobre la base del espacio Schengen, para garantizar la libre circulación de mercaderías, personas y capitales, un poco a la manera de Noruega.
Lo que no tiene tan fácil es la financiación internacional de su deuda que ha crecido exponencialmente del 21% hasta arañar el 90% de su PIB como resultado de la secesión. Entre otros cosas, porque Cataluña ha tenido que asumir a regañadientes la parte proporcional de deuda española que le corresponde a la población del territorio catalán. La cifra, sin embargo, no es tan mala. Más del 90% de su PIB deben Italia o Reino Unido. El problema radica en la difícil colocación del bono catalán que ya etiquetaban de «basura» antes de la independencia.
PROMESAS INCUMPLIDAS
El sueño de la Agencia Tributaria propia ya es un hecho consumado para Cataluña. Cosa que le ha permitido gestionar el ansiado 8% de transferencia fiscal sin retorno hacia el Estado central con el que tantos años azuzó los ánimos. Pero también es cierto que el ejecutivo catalán no ha cumplido su promesa de subir las pensiones con ese dinero. Y es lógico, porque en contrapartida Cataluña ha tenido que hacer frente a muchas prestaciones que antes pagaba el Estado español, como la administración de Justicia, Defensa (el ejército catalán tiene ahora en el nuevo Estat una presencia más bien simbólica) o la costosa representación diplomática internacional (a las 22 embajadas catalanas de antes de la independencia se le han añadido media docena de nuevas sedes diplomáticas y poco más), entre otras.
En todo caso, el desafío del nuevo estado no es subir las pensiones, sino garantizarlas. Escollo que supone uno de los problemas más serios de su economía interna, porque la casi se diría imparable hemorragia de la Seguridad Social abulta en buena medida el déficit fiscal, que trepa por encima del 6% de Producto Interior Bruto. Cosa que no debería sorprender a nadie porque no hay manera de que salgan las cuentas con algo más de tres millones de trabajadores de población activa para mantener a los dos millones de pasiva, entre el millón y medio de pensionistas y cerca de medio millón de parados.
El espectacular aumento de la deuda catalana no se entiende sin el estancamiento de su economía en una primera fase, antes del franco retroceso de su PIB de los últimos años en casi unos 10 puntos porcentuales. Al extremo de que ya hay quien mira con cierta nostalgia esos cerca de 200.000 millones de euros que constituían el PIB de Cataluña al inicio de su largo proceso independentista. Con todo, el retroceso no ha sido tan dramático como el que auguraban algunos economistas anti secesionistas -más del 30% de PIB- por entonces.
Y las causas del decrecimiento, con el consiguiente impacto negativo en el tejido empresarial de las antaño pujantes pymes catalanas y el empeoramiento de la calidad de vida del ciudadano medio hoy comprobable, no hay que buscarlas sólo en el desbarajuste de su balanza comercial. Es cierto que con el endurecimiento de las relaciones comerciales y algún que otro boicot a la industria catalana muy difícil de cuantificar, en la misma línea de la campaña contra el cava de 2005 a propósito del Estatut, que algunos expertos tildan de «residual».
Tampoco el estancamiento y retroceso económico se debió al temido fantasma de la deslocalización y la migración empresarial que finalmente no se produjo, y tuvo más bien un valor anecdótico. Resultaba extremadamente costoso e injustificado para la Volkswagen, por ejemplo, trasladar su planta de Martorell a Badajoz. Y lo mismo puede decirse de Seat, Nissan y demás actores de la industria automotriz. Lo que sí sucedió, en cambio, fue que algunas empresas catalanas como Gas Natural o la emblemática La Caixa se "españolizaron", optaron por tributar en el Estado español, que acaparaba su mayor volumen de negocio.
La gran causa de la recesión catalana actual no es otra que la desinversión. Es decir, la ausencia casi absoluta de inversión neta, tanto externa como interna, que asfixia al sistema productivo y lo condena a una crónica falta de liquidez. Círculo vicioso que ya suma tres semestres consecutivos sin mejoría perceptible. Un fenómeno que sólo puede explicar la psicología. El llamado miedo de los mercados que, en su momento, los independentistas más entusiastas despreciaron o minimizaron, pero que ahora Cataluña paga muy caro y además retroalimenta, porque el horizonte de incertidumbre e inestabilidad, tanto política como institucional y económica de su llamada «transición» no acaba de cerrarse.
El índice de miseria catalán, hoy inferior a la media nacional, se dispararía en caso de independencia. El impacto económico de la secesión sería brutal.
Y ante ese panorama de poco sirven las ventajas competitivas que ha reportado la independencia en la gestión de las propias infraestructuras. Sin ir más lejos, el puerto de Barcelona que ha consolidado su liderazgo en el tráfico de mercaderías como en el amarre de grandes cruceros. Para no citar el aeropuerto del Prat, que ya se mide en pie de igualdad con Barajas, y el inicio de la construcción de una cuarta pista sobre el mar para el comercio de carga que trabajará las 24 horas, y con la que ganará el pulso a Madrid. En suma, Cataluña se ha quedado definitivamente sin los toros, pero en su ausencia bien valen los correbous.
Pese a todo, la promesa catalana sigue abierta, pero el riesgo creciente es que se agote la ilusión a pesar de los triunfos de Guardiola.
Las claves económicas reales en una hipotética independencia
Sí, señor Mas Colell, este es el panorama real económico que aportaría la independencia de Catalunya.
SU DEUDA REAL. Los independentistas optimistas se aferran a que el único compromiso económico que tiene la república independiente de su casa son los 43.954 millones de euros de deuda autonómica, que representa el 29,1% del total de la deuda acumulada en el conjunto de las comunidades. Pero no sólo este lastre acarrearía el estado Cataluña. No, no, no. De producirse la liberación, aunque sus grandes gurús lo quieran negar u olvidar, una buena parte de la deuda externa española absoluta, que alcanza el billón [sí, un millón de millones], le correspondería a Cataluña.
PRECEDENTES. El más similar es el de Eslovaquia que, en 1993, cuando se segregó, cargó con el 20% de los adeudos de la antigua Checoslovaquia. El porcentaje, en el caso de la tierra de Artur Mas, se mediría en una difícil ecuación que tendría en cuenta su PIB, el más alto de España, 197.919 millones de euros, 18% del total del país. Y su población, 7.565.603 habitantes, el 16%. Es decir, arrastraría un probable pasivo de entre 160.000 y 180.000 millones. Que la deuda sea menor dependería de España, que podría renunciar a una parte, pero sería su voluntad [como Rusia, que asumió la deuda completa motu proprio de la ex URSS] y dada la actual situación económica de España; ésto se antoja harto improbable.
BONO BASURA. Con este monto negativo en su cuenta de resultados y sin capacidad de endeudarse más, llegaría a la autodeterminación groggy, cuando hoy ya suplica por un rescate de 5.000 millones para pagar nóminas y demás. Además, le resultaría imposible financiarse con fondos de la Unión Europea, de la que -sin duda- no formaría parte. Para ingresar en la UE, Cataluña habría de conseguir que sus integrantes acepten que forme parte por unanimidad [el voto de España sería decisivo]. El proceso tardaría entre cinco años y una década. ¿Pedir créditos fuera de la tiranía continental? Los conseguiría a un interés inasumible. Su deuda ostenta el título de bono basura (BB) para Standard & Poor's, igual que Portugal. Los inversores vienen exigiendo un 14% para comprar deuda lusa a 10 años.
«RECONSTRUCCIÓN». Cataluña se enfrentaría a la necesidad de poner en marcha instituciones como Hacienda propia, Seguridad Social (SS), Fuerzas Armadas -si cabe-, aumentar agentes de policía, montar ministerios... Según la Fundación Catdem, ligada a Convergència Democràtica, esto les costaría 40.000 millones más. Eso sin contar que las cotizaciones a la SS son deficitarias. Gastan 11.422 millones de euros e ingresan sólo 7.462 millones. El resto lo completan, actualmente, los opresores sureños.
MENOS RICOS. ¿Su renta per capita de 28.200 euros -superior a Alemania y Suiza- se reduciría al nivel de Eslovenia, unos 21.000 euros? Eso calcula, Miguel Buesa, catedrático de Economía de la Complutense. ¿Por qué? Sus exportaciones menguarían por el más que posible boicot a sus productos en España, que actualmente consume el 60% de su producción [otro 20% lo suma la UE]... Por ende, si quieren ser independientes, que lo sean. Pero de verdad. Sin ayudas. Con sus deudas y su egoísmo. Con sus Mas que son menos.
[abortado Plan Ibarretxe que se dio de bruces con las urnas, se equivocaron.]
ResponderEliminarJAJAJJAJA
Una vez dicho esto el resto ya.... A ver, chiquitín. Ibarretxe no se dió contra ls urnas sino contra una putxerazo en el que se eliminó a lo que ha demostrado ser un 25 % del electorado. En cuanto Batasuna (o sus socios han podido presetnarse los abertzales han llegado al 60% y los españoles ni al 30% (ver resultados de foraes y autonómicas).
Ah, y ese escenario que pintas es al que se dirige España actualmente. saludos
Oiga... ¿si Cataluña asume parte de la deuda española, o sea del Pasivo, no puede exigir parte del Activo?. Me temo que se quedan sin Museo del Prado...
ResponderEliminarQuerido anónimo 2, Cataluña se llevará lo que haya en ese momento para llevarse. y lo que hay para ahora en España es un déficit de un billón de €. Si tuviésemos un superávit de 1 billón de € se llevarían un monto de 200.000 millones de euros pero lo que tenemos son 1 billón de deudas y una parte alicuota corresponde a Cataluña, evidentemente.
ResponderEliminarAl uno mejor no contestarle... ya que se ampara en un "supuesto" pucherazo, manido argumento de intransigentes y pataleo de totalitarios.
Señor anónimo 2, pues claro que se lleva el activo. ¿O se piensa usted que el estado de España no ha invertido en territorio de Cataluña mucho más que lo correspondiente a esa deuda que se quedaría? Si hay que hacer bien las cuentas, me temo que la deuda catalana sería muy superior a lo que se menciona en el artículo. Y de las pasadas prebendas y privilegios para la industria catalana durante siglos, mejor no hablamos, porque entonces ni todo el territorio catalán con todos sus bienes darían para pagar la inmensa deuda que han generado con España.
ResponderEliminarY el ejército, garante de la unidad de España se quedó con los brazos cruzados??.
ResponderEliminarMe gustaría ver un articulo de ucronía sobre lo que pasó en (el resto) de España a raiz de la secesión catalana.
España no la unificaron los Reyes Católicos... esa fue la segunda unificación...al acabar con los reinos de Taifas. la primera la hicieron a sangre y fuego los romanos, sometiendo a reyezuelos y multitud de tribus. Y ya entonces se denominaba Hispania (pese a que el nacionalismo catalán procure ignorarlo).
¿Cataluña fua antaño independiente?.. sería la primera vez.. Esa es otra de las mentiras que a fuerza de repetidas la gente en Cataluña se cree a pies juntillas.
Me parece 'wishful thinking' eso de que el Barcelona seguiría jugando la liga española (aunque en el fondo eso sea irrelevante) y, en especial, lo de las aduanas y aranceles, precisamente por lo que cita de las potenciales fortalezas catalanas.
ResponderEliminar¿O es que una Expaña a la que le pudiese salir esa competencia del puerto de Barcelona, el aeropuerto, etc. no se aseguraría de poner los mayores impedimentos posibles a la integración arancelaria de semejante y peligroso competidor?
El gobernante español que no lo hiciere sería un traidor en toda regla a los intereses de su país. Claro que de nuestra clase política se puede esperar cualquier cosa.
Y, por lo mismo, esos más que presumibles aranceles pondrían en cuestión esa pretendida no deslocalización de fabricantes de automóviles.
Etc.
Si todo eso es muy bonito pero En Cataluña la ideologia que impera es la catalanista y lo ha hecho a base
ResponderEliminar1 de propaganda, icluso en la Escuela falsificando contenidos ( pagada por todos) y de
2 expulsar de la politica a las personas de otros partidos que eran catalanes pero NO catalanistas, mencionemos a Borrel (psoe) y a Vidal Quadras (pp)
Un buen negocio porque con la politica de paciguamiento de los partidos e ideologias mayoritarias ( la creacion de sucursales PSC y PSUC ya son traiciones ideologicas a su militantes) solo se escuchan las tesis catalanistas ( al Anguita le montaron un pollo cuando se refirio a la "Burguesia Catalana" como ajena a la politica de las izquierdas)
Pero la izquierda esta de vacaciones en Cataluña Sus lideres se han reconducido a repartirse el botin con los catalanistas Y no me refiero solo a lo que sacan de mas al Estado sino por ejemplo ...
EN Cataluña solo el 20% de los hospitales son publicos el 80% de los Hospitales que dan servicio a la SS en Cataluña son privados ( y cobran por ello mucho mas que los hospitales publicos, (y lo cobran de las arcas del estado)
Por si fuera poco la propiedad de esos Hospitales es de la Burguesia Catalanista.
Esa estafa ¿la denuncia algun partido de "izquierdas"? NO
Otro ejemplo, el penultimisimo,lo del frustrado pelotazo de Oril Pujol con los terrenos que iba a vender a Eurovegas de eso Tampoco hablan los partidos de izquierdas
A pesar que MAs acude en su ayuda anunciando un enorme centro de ocio en Cataluña No iban a dejar que el hijo del honorable pierda pelas ¿no?
Para ellos cataluña y los catalanes son un negocio y el mejor negocio es la estafa continua
las autopistas una de tantas en su momento decidieron hacer autopistas y hospitales privados para estafar a los contribuyentes y al estado
Ellos gestionaban ( ¿se sabe en que?) los dineros pero NO hacian con el ni hospitales ni autovias ( ¿donde ha ido ese dinero?)
Pero en fin a mi lo que me parece mas preocupante es que el discurso de los nazionaistas no reciba ninguna replica formal de parte de la izquierda ( ¿donde nos ha hundido Zapatero a la izquierda?) todo eso que se avecina, un Apartheid y una limpieza etnica (lo cual.... acabara en guerra)
?.... pues en Kosovo Croacia Bosnia Estonia Letonia y Lituania a las minorias se las trata como apestados, cuando no se les mata y les roban sus pertenencias ( y eso en Europa siglo XXI)
En fin la permisividad del estado ylso partidos con la Agenda Catalanista nos puede llevar ala ruina o peor... a una guerra
No es cuestion de bromas Hoy Rubalcaba a habaldo contra al ruptura de españa pero su segundo en elpsc le ha rectificado y se ha puesto a hablar de la españa federal es decir del; proyecto nazionalista Otro Maragall de peor familia pero catalanista tambien.
Es responsabilidad de la izquierda recuperar su ideologia y combatir los nazionalismos burgueses
Desde la izquierda:
No al Ctalanismo. No al Vasquismo. No al Apartheid
Cataluña debería asumir el PASIVO (DEUDA) correspondiente al activo que se lleva (la propia Cataluña).
ResponderEliminarputa españa
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ResponderEliminar200.000 millones son los que se han robado a catalunya desde los 80s.
Si hay aranceles para llegar al resto de los paises tambien los habra para vender en catalunya, ¿y cuanto vende espanya en catalunya?
Quizas seremos la nueva suiza o crearemos la nueva region de comercio mediterranea.
Este escrito futurista lo veo mas bien para España.
ResponderEliminarLos españoles quisisteis vetar el cava catalan, y gracias a ello europa pide el doble de lo que vosotros vetasteis!!!
Os pensais que vuestra deuda es la nuestra??? primero pagad a los catalanes el 8por ciento robado des del 75 al actual, y si hacemos cuentas al final quien deve es españa, listillo!!!!
Que les den la independencia de una puta vez
ResponderEliminarFuera de España!! Una region con tan alto indice de hijos de puta no merece ser territorio Español.
ResponderEliminarPuede que se piense que la secesión de una parte del Estado sea legal y legítima por parte de los golpistas separatistas, aunque lo cierto es que evidentemente no es así. Todo se reduce a intereses económicos en cuanto al modelo de financiación ya que "la pela es la pela".
ResponderEliminarLo que no entiende mucha gente, sean de la ideología política que sean, es cómo nadie defiende la Constitución Española, sobre todo, su teórico principal defensor, el Gobierno. Ante una amenaza de este calibre y ante el riesgo de hacer saltar a España por los aires, hundiéndola un poquito más de lo que está, sería correcta la aplicación del art. 155 CE o la aplicación del estado de excepción hasta que las relaciones institucionales se normalicen.
No olvidemos que los políticos nacionalistas catalanes suelen aprovechar los momentos de debilidad e inestabilidad institucional española para tratar de acuchillar al Estado español como la declaración unilateral de independencia que ya hicieron en 1934. En todo país democrático, una de dos, o se hablan las cuestiones de este calibre como ciudadanos civilizados, tratando de buscar una solución o encaje constitucional a Cataluña dentro de España, o en caso de tomarse la cosa por las bravas se aplica el Estado de Excepción, el art. 155 CE y se encierra a los golpistas que tratan de derrocar lo que se sostiene en pie de nuestro actual Estado de Derecho basado en la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común e indibisible de todos los españoles.