La UE suspende y se jugará el curso en los finales de septiembre.

Tras el artículo que subí ayer en la bitácora, en el que hablábamos del progresivo contagio del viejo continente por la gripe periférica de deuda soberana, muchos se preguntan cómo se intentará sanar al enfermo.


Indudablemente, la respuesta no depende de nosotros sino de la corte política que mueve los hilos del continente. A fecha de hoy se puede hablar de rotundo fracaso pues la crisis de deuda soberana periférica, lejos de solucionarse (España e Italia parecen abocadas a un "rescate blando" y Chipre ya ha pedido el rescate de su sistema financiero), se ha agravado y se extienden lenta pero inexorablemente por el viejo continente... hasta EEUU y China miran con fundados recelos todo lo que ocurre en Europa pues sus economías son muy sensibles al mercado más importante del mundo; el europeo.


Como consecuencia de lo escrito, los principales dirigentes de Europa han obtenido una rotunda calabaza en sus notas y se la jugarán en los exámenes de septiembre, que se antoja más caliente que nunca a pesar de ser el mes que cierra el verano en el calendario.

Agosto ha llegado a Bruselas con todas sus consecuencias. Los comisarios de la UE se han ido de vacaciones; las ruedas de prensa no anuncian nada y pasan directamente a las preguntas; las calles de Schuman, el barrio de los funcionarios europeos, están casi desiertas. Incluso el sol se ha asomado un rato. No parece que los pilares del euro se estén resquebrajando, pero la eurocrisis va por dentro: lo bueno viene en septiembre. Agárrense que vienen curvas.

La situación es la siguiente. El parón veraniego llegó justo después de que España cambiara de posición frente a la posibilidad de pedir a los fondos de rescate europeos que compren deuda. El presidente Mariano Rajoy pasó de una actitud de "por encima de mi cadáver" a reconocer que se lo está pensando.

Un sí de Rajoy sometería a España a un nuevo Memorando de Entendimiento (posiblemente más recortes) y liberaría al BCE para poder reactivar la compra de deuda pública en el mercado. La reacción al cambio de postura español fue inmediato: la bolsa subió y la prima de riesgo bajó. Y con la sensación de haber cortado momentáneamente la hemorragia, los líderes políticos hicieron las maletas.

Pero quedaron muchos cabos sueltos: las negociaciones de Grecia con la troika, los detalles del plan de rescate que solicitó Chipre, las condiciones que se impondrían a España o Italia en caso de que soliciten el rescate blando. Y habrá que abordarlos a la vuelta de las vacaciones.

PRIMEROS PASOS


La primera cita tentativa es el 3 de septiembre, para cuando se rumorea que podría celebrarse una reunión del Eurogrupo. Los ministros de Economía de la zona euro se reunirían para reactivar las negociaciones tras el parón veraniego.

En ese caso, el encuentro serviría para encauzar las reuniones informales del Eurogrupo y el Ecofin que se celebrarán en Nicosia el 14 y 15 de septiembre. No obstante, al ser una reunión informal, no se adoptarán oficialmente decisiones. Los acuerdos a los que se llegue se formalizarán en el Eurogrupo que probablemente se celebre a principios de octubre.

Pero no solo de Eurogrupos vive la crisis de deuda europea. Unos días antes, el 11 de septiembre, la Comisión Europea va a presentar su proyecto de supervisor financiero único, para que éste pueda ser aprobado antes de que acabe el año.

Algunos detalles del borrador ya se han filtrado. Entre ellos destaca la intención de la Comisión de que el BCE pueda supervisar y ordenar la intervención de cualquier banco de la eurozona, no solamente de los 25 más grandes, como se planteó inicialmente.

Un acuerdo sobre un supervisor financiero único es clave para España, porque es la condición previa para que el préstamo de hasta 100.000 millones para rescatar el sistema financiero pase a ser una recapitalización directa de entidades por parte del fondo de rescate permanente (MEDE). De este modo, el préstamo dejará de contabilizarse como deuda pública española.

Y por eso mismo es tan importante lo que ocurra justo un día después del 11 de septiembre. El miércoles 12, el Tribunal Constitucional alemán va a dictaminar si da el visto bueno al MEDE, el instrumento que está previsto que asuma decenas de miles de millones de deuda pública española. Si el órgano judicial germano dice que no, el castillo de naipes se caerá y lasre turbulencias de la bolsa y la prima de riesgo de este verano van a parecer un juego de niños.

Apunten las elecciones holandesas en su agenda, tendrán una influencia muy interesante sobre el devenir de la UE. Si la opción pro-alemana vuelve a imponerse; las recetas seguirán siendo las mismas en el viejo continente. Si por el contrario gana una opción pro-francesa, tipo Hollande, Alemania se puede quedar desasistida en el BCE y en Bruselas.

Por si el 12 de septiembre no fuera un día suficientemente interesante, también se celebran las elecciones en Holanda, el país que se ha alineado más claramente con Alemania y Finlandia en la línea dura del euro. El resultado de esos comicios y la posición europea del partido que gane serán determinantes para la eurocrisis.

NEGOCIACIONES
Pero si algo va a marcar el futuro de España durante el mes de septiembre son las negociaciones sobre el rescate blando. Rajoy ya ha dicho que antes de firmar otro Memorando quiere saber qué ofrece el BCE a cambio. Pero también va a haber tiras y aflojas con la condicionalidad que se le imponga a España.

De momento, muchos socios europeos, el FMI y un frente amplio del BCE apoyan que el MoE solo incluya las condiciones que España ya se ha comprometido a cumplir. Una línea dura se opone y exige más medidas. Del resultado de esas negociaciones dependerá que el Gobierno tenga que asumir nuevos ajustes o nos quedemos como estamos. Que no es poco.

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