NO HAY DINERO. Romualdo Maestre
Esta será la frase más escuchada a partir de ahora en las administraciones, no de lotería, si no en las públicas. Cada vez que se presente un proyecto sugerente, una necesidad imperiosa, una factura escandalosamente pendiente, un acuerdo que satisfaga al interés común, el politicastro de turno dirá que hay que posponerlos porque con la crisis no sobra un euro para gastos.
A esto nos ha llevado la España del derroche, de gestores de medio pelo que firmaban contratos como nuevos ricos hasta superar los niveles más exigentes de la horterada, del amiguismo y enchufismo de asesores cienmileuristas, de levantar y tapar aceras como el remedio de nuestra débil economía, de sindicatos sin afiliados que no representan a nadie pero que cobran como si todos los trabajadores lo estuvieran, de reyezuelos autonómicos que se creen que pintan algo al margen del Estado, de alcaldes que menos su despacho han recalificado todo lo demás como urbanizable, de esa panda de trinconcetes y cohechillos que pululan alrededor de todo lo que huela a dinero fácil…
En fin, de tanto inepto con poder de decisión que ha escalado posiciones en el partido sin que nadie le haya pedido un papel que acredite un esfuerzo, una experiencia, unos estudios mínimos, no digamos ya una carrera universitaria.
Y lo que es peor, como se van a bajar el sueldo un diez o un quince por ciento se creen que ya han cumplido solidariamente con la España de los casi cinco millones de parados que nos han dejado.
Porque no piensen que renunciarán a lo superfluo, llámese escolta, chófer veinticuatro horas de berlina alemana blindada, visa oro, tres secretarias o pensión máxima con siete años de cotización.
Si la sociedad civil no pone remedio a estos desmanes llevamos camino de italianizarnos, en el peor sentido político de la palabra, donde el único progreso posible es trabajar a espaldas de ellos.
A esto nos ha llevado la España del derroche, de gestores de medio pelo que firmaban contratos como nuevos ricos hasta superar los niveles más exigentes de la horterada, del amiguismo y enchufismo de asesores cienmileuristas, de levantar y tapar aceras como el remedio de nuestra débil economía, de sindicatos sin afiliados que no representan a nadie pero que cobran como si todos los trabajadores lo estuvieran, de reyezuelos autonómicos que se creen que pintan algo al margen del Estado, de alcaldes que menos su despacho han recalificado todo lo demás como urbanizable, de esa panda de trinconcetes y cohechillos que pululan alrededor de todo lo que huela a dinero fácil…
En fin, de tanto inepto con poder de decisión que ha escalado posiciones en el partido sin que nadie le haya pedido un papel que acredite un esfuerzo, una experiencia, unos estudios mínimos, no digamos ya una carrera universitaria.
Y lo que es peor, como se van a bajar el sueldo un diez o un quince por ciento se creen que ya han cumplido solidariamente con la España de los casi cinco millones de parados que nos han dejado.
Porque no piensen que renunciarán a lo superfluo, llámese escolta, chófer veinticuatro horas de berlina alemana blindada, visa oro, tres secretarias o pensión máxima con siete años de cotización.
Si la sociedad civil no pone remedio a estos desmanes llevamos camino de italianizarnos, en el peor sentido político de la palabra, donde el único progreso posible es trabajar a espaldas de ellos.
Desgraciadamente acertado.
ResponderEliminarRomualdo Maestre es, pese a su juventud, una de las plumas más desgarradoras, sinceras y atrevidas de ABC, es un columnista habitual y "primera espada" en aquella casa.
ResponderEliminarMi preferido, no obstante, en dicho medio es Antonio Burgos, sin dudas uno de los mejores periodistas de este país actualmente y, por qué no decirlo, quizás el mejor articulista patrio del momento.