Y en Afganistán, ¿cuándo recortamos?. Antonio Burgos.
Quizá hoy no sea el día más adecuado para cuanto quiero considerar en perogrullesca voz alta. O quizá hoy sí lo sea. El hoy que digo es el «Hoy» de Badajoz, naturalmente. En Badajoz celebra hoy el Reino de España el Día de sus Fuerzas Armadas. Donde por cierto vamos a poder ver por vez primera en público a Su Majestad tras su operación, vistiendo el honroso uniforme del glorioso cuerpo al que pertenece, como comandante supremo de los Ejércitos.
O quizá por eso mismo del debido honor a las Fuerzas Armadas y a sus integrantes, a los fieles servidores del Estado a través del servicio a la Patria en jornadas tan largas como corto es su sueldo, sea hoy el día más adecuado para que usted piense conmigo unas cuantas obviedades que nadie se ha planteado hasta ahora, a pesar de «la que está cayendo», como dicen los tertulianos.
Casi al mismo tiempo que sacaban el decreto de los recortes, vulgo tijeretazo, regresaba a la muy albertiana y pemaniana base de Rota el «Castilla», buque de asalto anfibio de la Armada, tras cuatro meses de loable misión asistencial en Haití. Mientras leía las cifras de lo que vamos a ahorrar en sueldos de funcionarios (incluidos los militares) y en pensiones, me hice una pregunta la mar de tonta. No, una sola pregunta, no; mi tontería me las plantea enchampeladas:
¿Cuántos millones nos habrán costado esos cuatro meses del «Castilla y de su tripulación y medios asistenciales en Haití? ¿Tenemos posición como para seguir alardeando de ricos, y diciendo a la comunidad internacional que somos la nación europea que más dinero y más medios mandó a Haití tras el terremoto?
Y como las preguntas, como las desgracias, nunca vienen solas, seguí haciéndome perogrullescas preguntas tontas:
¿Por qué dijeron que van a recortar 600 millones de euros en ayudas al desarrollo de países del Tercer Mundo y en cambio aquí nadie, ni siquiera los antimilitaristas de IU, ni los radicales, ni los antisistema, se ha planteado la necesidad de revisar nuestra política de costosísima presencia militar en el exterior, en países donde no se nos ha perdido absolutamente nada, cumpliendo muchas veces, además, contradictorios mandatos internacionales de los mismos que nos obligan a apretarnos aquí dentro el cinturón?
¿Cómo Europa, Obama y hasta el chino de la tienda de los veinte duros de la esquina nos obligan a recortar gastos en pensiones y en sueldos, y al mismo tiempo nos exigen que tiremos el dinero que no tenemos mandando al Ejército a repartir chocolatinas y a poner tiritas y betadine en países lejanísimos y en situaciones peligrosísimas?
¿No hubiera sido mejor retirar lisa y llanamente nuestras tropas de la guerra de Afganistán (he dicho guerra, qué misión de paz ni misión de paz), en vez de recortar el sueldo a los funcionarios o congelar las pensiones?
¿Cuánto nos cuesta cada día de presencia de la gloriosa bandera de España a bordo de un blindado en la guerra de Afganistán? Y otra pregunta, sí, demagógica, ¿pasa algo?: ¿cuánto nos ha costado cada soldado español muerto por la Patria en la guerra de Afganistán?
¿Y qué se nos ha perdido en El Líbano, y en Bosnia y Yibuti, o sea, literalmente, en el cuerno de Africa?
¿Dónde están ahora aquellos pancarteros, pegatineros, perceptores de subvenciones, progresía Visa Oro y ricos de izquierdas titulares de Sicav que se echaban a la calle cuando Aznar para pedir la retirada de nuestras tropas en Irak?
Qué gran día el de las Fuerzas Armadas para concederles el supremo honor constitucional de la defensa de la Patria y dejarlas de tener en el extranjero tirando el dinero que no tenemos en esa costosísima e inexplicable ONG que dirige Carmen Chacón y que se llama «Derrochadores sin Fronteras».
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