Las elecciones vascas. Ganarán los recortes sea quién sea el vencedor en las urnas.
Con cinco meses de antelación, los vascos irán el próximo día 21 a las urnas en las primeras elecciones sin ETA y con presencia de la izquierda abertzale, que quedó fuera del Parlamento autonómico tras su ilegalización hace cuatro años. En la campaña -que entra hoy en su sexto día- están teniendo un peso predominante las recetas para atenuar los efectos de la crisis en una sociedad desanimada por una recesión que ha destruido 120.000 empleos y que ha dejado extenuado al tejido empresarial. Los mensajes se han perfilado claramente: el PNV pone en valor su experiencia de gestión en situaciones duras; el PSE se erige en baluarte del estado del bienestar; EH Bildu vincula el fin de la crisis con la independencia, y el PP -obligado a defender el recetario de Rajoy- abandera el voto contra el soberanismo.
MÁS DEUDA
El modelo zapateriano de López ha resultado ser un desastre económico que ahora hay que reparar.
La que termina es la legislatura de la crisis. Patxi López llegó a Ajuria Enea en mayo de 2009 con una previsión oficial de crecimiento ese año del 1,5%, que el último Gobierno de Ibarretxe mantuvo hasta el final, y que la realidad acabó convirtiendo en una caída del 3,3%. El nuevo equipo se apretó el cinturón nada más aterrizar para compensar el hundimiento de la recaudación, y desempolvó las emisiones de deuda, que la salud de las finanzas públicas vascas había hecho innecesarias durante una década.
Ahora, tres años y medio después, el PSE termina su etapa en el poder con un endeudamiento récord en el País Vasco, una previsión de caída del PIB del 1,3% -que el Ejecutivo no ha revisado en cinco meses pese al reciente deterioro económico-, y un alza acelerada del paro, cuya tasa se sitúa en el 14, 56%, con todo la más baja de España, diez puntos menos que la media nacional.
La recaudación fiscal sigue sin recuperarse, y este año se quedará 800 millones por debajo de lo presupuestado, lo que va a obligar a Gobierno y Diputaciones a nuevos ajustes y a preparar unas cuentas más austeras para 2013.
Los socialistas han repetido hasta la saciedad que la caída de ingresos fiscales no condicionaría el calendario electoral. Sin embargo, políticos y analistas dan por hecho que López ha adelantado los comicios para evitar un mayor desgaste al final de su mandato ante la necesidad de utilizar de nuevo la tijera en el gasto. El PNV prepara el terreno ante un futuro inmediato de más recortes, y culpa al Gobierno socialista de dejar un lastre de mil millones para el presupuesto de 2013: 500 por el desfase de ingresos no ajustado de este año y otros 500 por los compromisos de déficit del 0,7% para el próximo.
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Los datos macros vascos dan pavor al observarlos.
Además, los nacionalistas hablan ya sin rodeos de subir impuestos para aumentar los ingresos fiscales, después de haberle negado esta posibilidad a Patxi López durante más de tres años.
En el País Vasco, la competencia fiscal corresponde a las Diputaciones forales, que regulan y recaudan los tributos, y transfieren luego al Gobierno los recursos para sus gastos: educación, sanidad, y policía, entre otros. Durante esta legislatura, ni el PNV (al frente de la poderosa Diputación de Vizcaya) ni el PP (que gobierna en Álava) se han avenido a la petición del Gobierno de reformar la fiscalidad para recaudar más. Sólo Bildu se ha mostrado partidaria de subir impuestos, y ha dado pasos en esta dirección en Guipúzcoa con apoyo del PSE, dando al traste con la armonización fiscal en el País Vasco.
'GUERRA' DEL CUPO
Junto a los ajustes y la reforma de impuestos, el próximo Ejecutivo autonómico deberá lidiar con la patata caliente de los recortes que vayan llegando en el gasto social -que López se niega a aplicar pese a la obligación impuesta por el Tribunal Constitucional- y con la guerra del cupo que enfrenta a los Gobiernos central y vasco, que ha impedido la renovación de la ley quinquenal del Cupo, prorrogada desde inicios de 2012. Madrid y Vitoria se disputan 500 millones de euros por discrepancias en el cálculo de la aportación vasca al Estado, y se descuentan este importe en sus intercambios financieros.
La solución de este escenario quedará, según todas las encuestas, en manos del PNV, que tendrá la mayoría simple en una Cámara claramente soberanista y que deberá buscar un aliado para gobernar. Si se acerca a EH Bildu, la gestión económica será especialmente complicada dadas las diferencias ideológicas, y si lo hace al PSE deberá renunciar al discurso más soberanista.
Según los sondeos, una unión PNV-PP no da la mayoría de 38 de los 75 escaños. Tampoco socialistas y populares tendrían suficientes escaños para renovar su alianza.
Todo lo que toca el PSOE lo convierte en mierda.
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