El libre comercio entre EEUU y UE camino de hacerse realidad.

El Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE da nuevos pasos hacia su firma. Las autoridades europeas ofrecerán formalmente hoy a las estadounidenses la eliminación del 99% de los aranceles a los productos que la primera potencia mundial exporta al Viejo Continente. El próximo lunes se reunirán en Washington DC el comisario europeo de Comercio, Karel de Gucht, y su homólogo americano, Michael Froman, para analizar el estado de las negociaciones. Por lo tanto, el ritmo de los acontecimientos sugiere que el proyecto está vivo y que pretende sortear el atasco burocrático propio de un proyecto de esta envergadura y ambición.


Aunque la parte americana aún no ha anunciado, al menos públicamente, su propuesta arancelaria, ambas delegaciones presentarán a la vez sus ofertas para evitar que una parte tenga ventaja sobre la otra. La UE quiere que la práctica totalidad (el 96%) de los productos que compra a EEUU estén libres de aranceles. Para un segundo y tercer grupo de productos, como los vehículos comerciales o los productos agrícolas, habrá una fase de progresiva reducción arancelaria que oscilará entre los 3 y 7 años. De este modo, las industrias europeas de esos sectores tendrán margen para adaptarse al cambio y a la gran competencia que seguramente llegará del otro lado del Atlántico. Por ejemplo, el sector agroalimentario español, cuyas exportaciones generan alrededor de 30.000 millones de euros al año y se dirigen principalmente a países europeos, tendrá que lidiar con el nuevo rival. También deberá hacerlo la industria automovilística, cuyas ventas al exterior están demostrando mucho vigor.


No obstante, el Tratado tiene unas ventajas económicas indiscutibles para la economía europea, que podría ganar hasta dos millones de puestos de trabajo, 143.000 de ellos en España. La UE estima que el pacto aportará, para el año 2027, un incremento anual del PIB del 0,5% para la UE y del 0,4% para EEUU, lo que implica 86.000 millones de euros para la economía europea y 65.000 para la estadounidense. Pero las repercusiones van más allá de la economía. Desde el punto de vista geopolítico, el Tratado es una inyección de energía para las relaciones transatlánticas, que en los últimos años han sido golpeadas por la crisis financiera y por el simultáneo auge de los bloques emergentes. Si la UE y EEUU no avanzan juntos, el centro económico del mundo se desplazará progresivamente hacia Asia.

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