Cambio de líder. Xosé Carlos Caneiro.
La sensación de la calle es que siempre pagan los mismos. La calle es el termómetro real de cómo están las cosas. Basta entrar en un bar y escuchar para obtener un diagnóstico certero, y más fiable que muchas encuestas, de la situación económica que vive España.
Y no solo económica, sino también sociopolítica. En la calle uno oye que los líderes políticos, como el agua de las plantas, hay que renovarlos. Zapatero es un líder que ha dejado de serlo porque durante los dos últimos años ha escrito el guión de España con renglones torcidos. Y a Rajoy, por mucho que intenten maquillar la realidad, le han crecido demasiado los enanos del circo Gürtel. Esto es lo que dice la calle. Pero los partidos están a sus cosas. No se han planteado en serio una posible renovación de liderazgos. Si lo de Rajoy, estando en la oposición, resulta asumible, la permanencia de Zapatero al frente del PSOE se ha tornado injustificable.
Porque la calle ya no se fía de él. Ni sus propios votantes se fían. Sin embargo el presidente se agarra a un clavo ardiendo. Y se agarrará a los datos de seguimiento de la huelga general cuando la huelga acontezca. Argumentará que el descontento no es tan grande porque no son tantos los que secundarán la convocatoria. Pero no reflexionará sobre la verdad: la gente tampoco cree ni en las huelgas ni en los sindicatos. El escepticismo es el único credo de esta sociedad resquebrajada y zaherida. Por eso es preciso alguien o algo que ahuyente el desencanto. Alguien o algo que genere una mínima ilusión en la ciudadanía. Cambio de líder, digo yo.
Y no solo económica, sino también sociopolítica. En la calle uno oye que los líderes políticos, como el agua de las plantas, hay que renovarlos. Zapatero es un líder que ha dejado de serlo porque durante los dos últimos años ha escrito el guión de España con renglones torcidos. Y a Rajoy, por mucho que intenten maquillar la realidad, le han crecido demasiado los enanos del circo Gürtel. Esto es lo que dice la calle. Pero los partidos están a sus cosas. No se han planteado en serio una posible renovación de liderazgos. Si lo de Rajoy, estando en la oposición, resulta asumible, la permanencia de Zapatero al frente del PSOE se ha tornado injustificable.
Porque la calle ya no se fía de él. Ni sus propios votantes se fían. Sin embargo el presidente se agarra a un clavo ardiendo. Y se agarrará a los datos de seguimiento de la huelga general cuando la huelga acontezca. Argumentará que el descontento no es tan grande porque no son tantos los que secundarán la convocatoria. Pero no reflexionará sobre la verdad: la gente tampoco cree ni en las huelgas ni en los sindicatos. El escepticismo es el único credo de esta sociedad resquebrajada y zaherida. Por eso es preciso alguien o algo que ahuyente el desencanto. Alguien o algo que genere una mínima ilusión en la ciudadanía. Cambio de líder, digo yo.
*Xosé Carlos Caneiro, periodista, columnista de "La Voz de Galicia" y escritor
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