La huelga de ayer les baja los humos a los sindicatos. Antonio Casado.

La huelga de los funcionarios fue un fracaso. Es la conclusión que nos sale al paso si nos ponemos en el lugar de los convocantes a la hora de hacer el balance de la jornada. Por tanto podemos decir que los sindicatos pincharon. No hace falta entrar en cifras, cuya disparidad es tan ostensible, según las fuentes, que se desacreditan por sí mismas.
Sería de todo punto imposible cocinar tanto la matemática -al modo de las encuestas en función de los famosos sesgos- como para reconocer una buena sintonía entre los sindicatos y los trabajadores de la función pública. No la hubo. Y en ese punto queda despejada una de las dos incógnitas que se planteaban en vísperas de esta jornada de protesta contra el hachazo del Gobierno al salario de los funcionarios.

Se trataba de medir la capacidad de movilización de los sindicatos y ya hemos visto que es más bien escasa. Al menos entre los trabajadores de la función pública, cuyo índice de afiliación, ojo al dato, es prácticamente el doble que en el resto de la población trabajadora. Me parece que esta luz de posición es clave para orientar la respuesta en la otra incógnita de la huelga de los funcionarios, formulada por quienes la vieron como ensayo de una huelga general.

Dudas sobre la capacidad movilizadora
Ya tenemos un indicio solvente para calibrar el alcance de una eventual convocatoria de paro general si el Gobierno dicta por decreto la reforma del mercado de trabajo. Ese es el supuesto vivo a estas horas, cuando los llamados agentes sociales agotan el tiempo añadido a la búsqueda del acuerdo. Si no lo hay en las próximas 24 horas, el Ejecutivo fletará el consabido decreto en el Consejo de Ministros del 16 de junio, según anunció hace unos días el propio Rodríguez Zapatero.

Y si, en ese caso, se sustanciara la convocatoria de una huelga general, a cualquiera se le ocurrirá poner en duda la capacidad movilizadora de los sindicatos respecto a los trabajadores españoles, cuyo índice de afiliación sindical es el más bajo o uno de los más bajos de Europa. Ahora sí tenemos un elemento de comparación contante y sonante. No han sido capaces de movilizar al colectivo de los funcionarios, cuya sintonía con dichas organizaciones es prácticamente el doble ¿Lo van a lograr con los demás, ajenos a los Presupuestos Generales del Estado, entre los que están las víctimas directas de esta crisis económica, escasamente arropados, dicho sea de paso, por las organizaciones sindicales en estos últimos dos años?



Respecto a la derivada política, el fracaso de la huelga de los funcionarios no es mala noticia para el Gobierno. Me explico. Rodríguez Zapatero está en un pozo pero al menos no se hunde un poco más. Los funcionarios no han reducido su capacidad de maniobra hasta el punto de impedirle mantener su discurso contra el PP: agita el descontento y siembra la desconfianza en la economía nacional.
En resumen, el pinchazo de la huelga de ayer permite al Gobierno bajarle los humos a los sindicatos. También le permite redoblar sus esfuerzos para presentar a Rajoy y su partido como elementos alejados de la realidad económica internacional, cautivos de una estrategia político-electoral que necesita de las malas noticias para confirmarse como la más acertada.

*Antonio Casado, Desde sus inicios en el viejo diario Pueblo, Antonio Casado se especializó en información política, a la que sigue dedicándose en prensa, radio y televisión. De la generación profesional de la Transición. En los años ochenta se incorporó a RNE, donde dirigió el 'Diario de la Tarde' y 'España a las ocho'. Posteriormente fue corresponsal diplomático de RNE y redactor jefe de Tiempo. Actualmente es comentarista político en Onda Cero, Antena 3 TV y Canal Nou. Antonio Casado es socio fundador de El Confidencial.

Comentarios

  1. Que tontería.

    Los sindicatos no querían hacer huelga, es una farsa.

    ¿Por que no convocaron una general? Porque ZParo les paga con dinerito público para que estén calladitos.

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