No es nostalgia del felipismo. Anónimo.
La memoria es un artefacto prodigioso. Tendemos a creer que suele archivar los recuerdos de forma caprichosa. Pero no es cierto. La memoria aplica el edulcorante justo a los hechos pasados para ayudarnos a vivir.
En España siempre se ha dicho que “no se puede hablar mal de muertos, ni bien de los vivos”. Es otra forma de decir que los españoles solemos juzgar con demasiada indulgencia el pasado y con demasiada severidad el presente.
Hoy veo en el periódico una fotografía que data de 1979. Felipe González está sentado en su escaño con un puro casi terminado entre los dedos. El todavía candidato socialista habla con Nicolás Redondo (padre) y, a su lado, Joaquín Almunia es un joven con precoz alopecia.
Felipe es una parte esencial de la biografía política de España.
Sobre todo le agradecemos un éxito, que no le corresponde en exclusiva pero en el que jugó un papel fundamental: la visión y la capacidad para pilotar el tránsito de nuestro país hacia la modernidad.
Pasados los años, Felipe González es una figura de primer orden en la política europea. Pero, no lo olvidemos, salió del gobierno en circunstancias muy duras y complicadas. Cometió grandes y graves errores que el paso de los años ha contribuido a dulcificar. Y hoy, tras las celebraciones de ayer, nos preguntamos: ¿la añoranza de Felipe es sólo un problema de memoria? ¿Tanto nos engañan los recuerdos? No, miren. Ayer coincidieron pasado y presente sobre la tribuna. Y ocurrió algo curioso: percibimos que, con su discurso, González era capaz de romper el insufrible tono monocorde en el se han encerrado los socialistas españoles.
Esa es la palabra. Monocorde. Escuchen a los actuales dirigentes y lo comprobarán.
Los mensajes están tan ‘fabricados’ que fluyen como si fueran escolares pronunciando la lección. No hay inflexiones y lo peor es que no se trata exclusivamente de una cuestión formal, tampoco hay contenido.
¿Nostalgia? No, que va. Hoy pienso en una frase de Winston Churchill que Zapatero debería anotarse: "No dejéis el pasado como pasado, porque pondréis en riesgo vuestro futuro".
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